Presentes en el suelo, el agua y el aire, su ingreso al cuerpo humano es inevitable. ¿Qué impacto tienen en los ecosistemas y la salud?
Por Nadia Chiaramoni (Agencia de Noticias Científicas de la UNQ)
Botellas descartables, contenedores de comida, bolsas de supermercado. Todo forma parte de los desechos plásticos que conforma un contaminante global alarmante. Se producen más de 400 millones de toneladas de plástico al año y se estima que solo la mitad se reutiliza, el resto se desecha y se degrada hasta convertirse en microplásticos (partículas de hasta cinco milímetros de diámetro) y nanoplásticos que alcanzan, como máximo, a la décima del milímetro. Estas partículas tan pequeñas llegan con facilidad a los suelos y de allí al agua y transitan sin problemas por el aire. Desde la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ te contamos qué se sabe hasta el momento sobre ellos.
La contaminación ambiental que deriva de micro y nanoplásticos es preocupante para todos los seres vivos. Aunque el impacto en la salud humana no ha sido ampliamente estudiado aún, se sabe que ingresan al organismo por ingestión, inhalación y contacto dérmico. En este sentido, la OMS anima a investigar sobre el efecto en seres humanos y advierte que es fundamental la reducción de su uso. De acuerdo a un artículo de publicación reciente en la revista Results in Engineering, se estima que cada adulto ingiere alrededor de un millón de partículas de microplásticos al año a través del agua potable.
Según los investigadores a cargo del artículo, no solo es necesario reducir el ingreso de micro y nanoplásticos a los cuerpos de agua, sino también generar estrategias para reducir la contaminación actual.
Los efectos sobre la salud dependen de la exposición y la sensibilidad. En los últimos años se ha discutido la toxicidad para los humanos y los efectos sobre el sistema nervioso, así como también el aumento del riesgo de cáncer. Debido a la inmensidad del entorno contaminado, no es posible determinar el nivel de exposición, pero se sabe que los factores que inciden son el tamaño, la composición química, la forma y el color.
Los desechos plásticos son colonizados por comunidades de microorganismos que forman un biofilm sobre la superficie; esto se conoce como “plastisfera” y hace que los microbios que la componen permanezcan más tiempo en las aguas. Además, sobre la superficie de estas partículas pueden ser transportados a través de grandes distancias con facilidad. En el mar, los microplásticos bloquean las vías respiratorias y digestivas de las especies marinas, afectan a su sistema inmune y alteran la fertilidad.
En cuanto a la remoción de las fuentes de agua, debido a su pequeño tamaño, no es posible eliminar a los microplásticos con tratamientos convencionales. Los métodos aptos para acabar con estos contaminantes incluyen filtraciones y precipitaciones. Por este motivo, los científicos afirman que el éxito se alcanza al combinarlos y no al utilizar solo uno.
En zonas empobrecidas, sin embargo, el único tratamiento que se le aplica al agua es la cloración para eliminar contaminaciones bacterianas, por lo que los micro y nanoplásticos van directo al agua que ingiere la población. Un peligro en casa.
Fuente: Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
Foto: iagua.es.