El actor protagoniza la obra “Mi padre, cuando el amor todo lo puede”, que explora la intimidad y el cuidado en las relaciones familiares. Se presenta todos los domingos en la sala Jauretche de La Bancaria.
Por Ian Punter
A los 85 años, Miguel Jordán se encuentra nuevamente de temporada en Mar del Plata. En esta oportunidad, con la
Bacap conversó con el experimentado actor para ahondar en los matices de la obra. Jordán resaltó un nuevo desafío y la magia de volver a compartir escena con Mariano Fernández, subrayando cómo la obra indaga en la complejidad del vínculo filial y en la importancia de cuidar a quienes nos han cuidado.
Con un guion que pone en juego tanto la risa como la reflexión, la pieza se consolida como un espacio de encuentro entre generaciones y emociones.
-¿Cómo te encuentra la temporada 2025 en Mar del Plata mientras interpretás esta obra?
-Tengo 85 años y me siento muy feliz. Pido salud y la oportunidad de seguir trabajando. Estar en el escenario es lo que más me alegra, y volver a compartirlo con Mariano Fernández es un verdadero placer. Anteriormente trabajamos juntos en “Las heridas del viento”, una obra que tuvo muchísimo éxito y en la que gané el premio como mejor actor en drama. Ambos queríamos repetir esa experiencia, por lo que buscamos y encontramos el proyecto ideal. Mariano tuvo la genial idea de emprender esta obra, que está llena de matices, alegría, risas y emociones. El público siempre nos aplaude de pie, y ese reconocimiento es fundamental para nosotros.
-¿Qué fue lo que te atrajo principalmente de la historia de “Mi padre, cuando el amor todo lo puede” y de tu personaje?
-La historia me atrapó desde el primer momento, es realmente bella. Habla del amor entre padre e hijo, y juega con la idea de que en ocasiones los roles se invierten: el padre se vuelve hijo y el hijo, a veces, asume funciones propias de un padre. Es una obra que disfruto plenamente, y cada paso que doy en el escenario me hace sentir muy bien. Además, está muy bien escrita, y me encantaría invitar a todos a que la vean.
-¿Cómo te ha tratado Mar del Plata durante tu estadía en la ciudad?
-Llevo un año radicado en Mar del Plata y me siento muy bien. Esta ciudad siempre me ha recibido con mucho cariño. Recuerdo que mi primera visita fue hace 50 años para trabajar, y desde entonces he vuelto en numerosas ocasiones. He compartido escenario con Pepe Soriano, Carmen Flores y, por supuesto, con Mariano Fernández en “Las heridas del viento”. Aquí sigo al pie del cañón con “Mi padre, cuando el amor todo lo puede”. Es gratificante ver cómo la gente me saluda en la calle y me reconoce; ese trato cercano realmente eleva la autoestima.
-En entrevistas anteriores mencionabas que “los actores tenemos siempre algo de verdad en los personajes que hacemos”. ¿Cómo te ayudó esa idea a conectar con tu personaje en esta obra?
-Siempre hay algo en una historia que te identifica. En “Mi padre” se refleja el cuidado y la complicidad entre padre e hijo, con sorpresas que ambos se regalan. Es una obra cálida, que evita la trampa de ver en muchos casos a los hijos abandonando a sus padres, y en cambio resalta el cariño, la emoción, la comprensión y hasta algunas discusiones que nos recuerdan a tiempos pasados, cuando evocamos a quienes ya no están. Esa cercanía y autenticidad me permitió conectar profundamente con mi personaje.
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-¿Cómo fue para ti preparar este personaje en tu primera temporada con la obra?
-Preparar un personaje siempre viene acompañado de nervios, especialmente en la primera temporada. Recuerdo que, a medida que se iban disipando esos nervios, pensaba que ya era hora de retirarme. Pero llevo trabajando desde los 10 años y he tenido una carrera muy plena en cine, teatro y televisión. La experiencia me ha premiado en muchas ocasiones, y en este personaje hay varios elementos ficticios que acepto como tales, pero también aspectos que reflejan la verdadera comunión entre padre e hijo. Es un desafío que disfruto enormemente.
-¿Cómo ha sido la relación con el público marplatense, tanto en la obra como en tu vida diaria?
-Mar del Plata tiene un encanto especial: es una ciudad hermosa con alma de pueblo. La gente aquí es muy cálida; me siento casi como un local. Mi primo, que vive aquí desde hace muchos años, siempre me decía: “Tenés que venir a Mar del Plata, Miguel”. Y así ha sido. Me saludan en la calle, me reconocen, y eso es algo que realmente me levanta el ánimo. Cada temporada tiene sus momentos particulares, y el cariño del público es, sin duda, una gran recompensa.
-¿Se te viene a la mente alguna anécdota o comentario del público que te haya marcado durante esta temporada?
-Siempre es especial recibir el aplauso del público al final de cada función. Para mí, ese aplauso es el mejor alimento. Recuerdo que, tras una función, nos comentaron lo bien que se sintieron. Además, fuimos nominados como mejor drama en los Estrellas de Mar, lo cual fue muy significativo para mí. Incluso un amigo, Gabriel Goiti, ganó un premio en esa categoría. Estos gestos y reconocimientos me llenan de satisfacción.