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abril 11, 2025
Mar del Plata 150 motivos

Los Carreras, el teatro y Mar del Plata

Por María Carreras

Vine desde niña con mis padres Mercedes y Enrique Carreras, mis hermanos Marisa, Quique y Victoria, mis abuelos, y mi tío Luis. Lucho, como le decíamos, nadaba diariamente en el mar de Playa Grande, ida y vuelta varias veces, sin importar el frío o el calor. Una proeza que siempre admiré, en una familia donde todos teníamos algo que ver con el espectáculo. Él también, desde la producción y la administración. Disfrutaba de Mar del Plata, ciudad en la que pasó sus últimos momentos con nosotros.

Durante mi niñez, Mar del Plata era la ciudad de los estrenos cinematográficos de mi padre. No sabría decir cuántas de sus 97 películas se estrenaron en el Cine Ópera, el Gran Mar, el Regina o el Atlantic durante febrero, antes que en Buenos Aires. Para mí y mis hermanos, era la ciudad de las vacaciones, la ciudad que nos dio la vivencia de la libertad. Libertad que no teníamos en Capital: andar en bicicleta, ir a jugar a las casas de los vecinos, caminar por las calles arboladas, disfrazarnos para carnaval, hacer obras de teatro en los jardines, sentar de espectadores a los adultos, hacer mandados, canjear revistas en la vereda, ir al cine en tardes de lluvia y escuchar en la playa las distintas tonadas de los turistas de todas las provincias. Al regresar a Capital, al inicio de clases, pensaba: “qué lindo es vivir aquí, qué suerte que volvamos para Semana Santa.”

Elegir Mar del Plata

Finalmente, llegó el momento en que me quedé a vivir en esta ciudad. Aquí crié a mis cuatro hijos: Romina, Pedro, Matías y Lucía Figliozzi. Siempre recuerdo cuando Matías, caminando de regreso de la escuela, me dijo: “Mamá, acá se ve el cielo y se escuchan los pájaros.”

La inauguración del Odeón

Mis padres inauguraron en 1974, cuando yo tenía 14 años, el Teatro Odeón en la calle Entre Ríos, en el mismo solar donde estuvo el primitivo Teatro Odeón, que nació con la ciudad y donde cantó Gardel. Tuve la experiencia poco común de ver cómo se construía un teatro: cómo se colocaban las plateas, las alfombras, los equipos, las marquesinas. Era nuestro teatro. Papá me lo hizo sentir así. Nuestra segunda casa. Y también la casa de todos los que ahí trabajaban y de los espectadores que, con cada estreno, saludaban y conversaban con él en el hall o en la vereda. Una relación directa, afectuosa, con la gente. Vi cómo el público quería a sus artistas. Vi cómo muchas personas que nunca habían visto teatro se acercaban por primera vez. Hoy me cuentan qué obra vieron, llevados por sus abuelas o por sus padres. Y siguen siendo espectadores teatrales.

A los quince años, a pedido mío, fui boletera. Me inicié enrollando las entradas con un clavo para colocarlas en el tablero. Un trabajo que ya no se hace. Vendiendo entradas entendí que asistir al teatro era una forma de aprovechar el tiempo libre. La gente veía más de un espectáculo, compraba entradas para distintas obras durante sus vacaciones. Deseaban entretenerse, pero también querían emocionarse, reflejarse en los personajes, conectar con sus realidades y sus sueños.

En esa época, la temporada comenzaba el 8 de diciembre y se extendía hasta Semana Santa. Se hacían dos funciones diarias de martes a domingo. Los lunes, otra programación. Había que identificar las entradas con diferentes colores para evitar confusiones. Llenar los cuatrocientos agujeros del tablero me llevaba una hora y media o dos.

Le doy un fuerte valor simbólico a construir lo nuevo, resignificando el pasado. Me gusta saber que el viejo Odeón revivió como el “Ave Fénix” en el Odeón de mi padre, que hoy lleva su nombre. Hace más de una década que el teatro no pertenece a la familia, pero eso no detuvo nuestra pasión. El Odeón de mi padre renace en cada función del TMC!, allí donde estemos trabajando. El público así me lo hace saber, con el mismo afecto que sentía por él y por mi madre. Mi padre amaba el teatro y amaba Mar del Plata. Ese amor lo compartimos muchos. Entre ellos, Carlos Rottemberg, su joven amigo, que cumple 50 años con esta actividad.

El teatro, una necesidad

La necesidad de hacer teatro todo el año llevó a actores y directores marplatenses a crear sus propios espacios. Las salas independientes amplían las posibilidades. Son ejemplo de amor por el teatro y por la ciudad. Celebro, felicito y acompaño a Cuatro Elementos y a todos los espacios que sostienen la actividad. Me alegra que la calle Rivadavia tenga siempre salas activas, y que el complejo Radio City-Roxy-Melany haya generado un espacio vital donde conviven espectáculos nacionales con expresiones locales. Es la casa de “Bajo Terapia” y “Vacas Sagradas”. Alegría y gratitud.

Siempre me gustó colaborar en la creación de espacios escénicos, aunque fueran efímeros: Musikas de Marcelo Giglio en Olavarría, Dudú de Sandra Maddonni, el primer espacio dedicado a la infancia, y Espacio Tilia al aire libre en Villa Victoria.

Mi carrera teatral comenzó al terminar el secundario, a los 17 años, en Mar del Plata, con “Catalina Chim Pum” de Norberto Aroldi. Al año siguiente me lancé como autora, directora y productora con “La Pandilla Aventurera”. Obras para la infancia, que sigo generando con el mismo amor que en mis primeros pasos. Mar del Plata me dio espacio para crecer. La efervescencia de las temporadas coincidía con la energía de mi juventud. Llevo 48 años de labor y sigo en proceso. Hay algo de esa efervescencia que el teatro otorga a quienes lo transitan. Nuestro querido Antonio Mónaco es el mejor ejemplo.

Desde hace 48 años, sentipienso Mar del Plata. Intento volcar en el teatro, en los talleres, en las experiencias escénicas y en los textos, esas conversaciones que me gustaría tener, que considero necesarias, que me generan preguntas. En los espacios creativos esas reflexiones se transforman en producciones donde se entrecruzan las miradas de todos los que integramos el proyecto. Volvemos a enraizarnos en nuestras identidades para imaginar y diseñar sueños posibles. Es una labor de equipo.

En cada proyecto, crece el respeto por la mirada del otro y se fortalece nuestra propia voz, que se nutre de ese intercambio. Ese proceso genera entusiasmo, y el deseo de seguir aprendiendo para contribuir a un teatro que estimule. Un teatro vibrante y creativo impulsa el desarrollo cultural de la ciudad. Una ciudad con cultura viva, contribuye al buen vivir.

Así trabajamos en el TMC!, con 32 años de actividad permanente, entrenamiento actoral, desarrollo de la creatividad y producción de espectáculos. Siempre a la vanguardia con formatos de enseñanza innovadores, incluso en pandemia, cuando no suspendimos ninguna actividad. Fuimos los primeros en usar la virtualidad de manera constructiva. Respondimos a la necesidad de fortalecer el desarrollo personal en la formación, con diferentes herramientas y abordajes.

El TMC! estimula lazos culturales, integrando a alumnos y ex alumnos con la comunidad a través de propuestas artísticas locales y nacionales. Mi agradecimiento infinito a todos los que son y se sienten parte del TMC!. Personas valiosas.

Sentipensar Mar del Plata nos llevó a crear los Premios Enrique, que celebran la actividad artística de la ciudad desde hace 11 años, con una dinámica única: nominación abierta al público, jurado de artistas. “Celebramos caminos, soñamos futuros.” Si no creyéramos en el valor del arte, esta distinción no tendría sentido. Los Premios Enrique resaltan la pertenencia. Son homenaje, caricia, abrazo. Si los artistas expresan la ciudad, los Enrique son otra manifestación de amor por Mar del Plata.

En esta decisión de enlazar tiempos para construir sentidos, llevamos adelante obras que ponen en valor a referentes culturales y generan nuevos vínculos con el público y los museos municipales: Vidas Paralelas, Actos de Amor, sobre Victoria Ocampo; Conversaciones del Mar, sobre Alfonsina Storni; Amor de Libros, sobre Gabriela Mistral. Un camino que también recorren Mercedes Elordi, Cecilia Dangelo, Andrea Chulak y el colectivo de autoras Dramar.

Abordamos la temática femenina y el empoderamiento de la mujer en obras como Agua, Diario de Viajeras, Bajo Terapia, Actriz, e Invisibles. Las muestras de arte fusión con Sinergia Project y artistas plásticos y visuales también forman parte de este recorrido. Una búsqueda en red, interdisciplinaria.

Sentipensar el teatro en Mar del Plata me hace agradecer, valorar y seguir soñando con todo lo que aún podemos construir.

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