En su vuelta a tierra, Bacap dialogó con los profesionales de Mar del Plata que observaron y tomaron muestras del fondo marino durante la expedición “Talud Continental IV”.
Por Agustín Casa
De regreso a Mar del Plata, los cinco profesionales de nuestra ciudad que participaron de la expedición “Talud Continental IV” siguen asombrados por las imágenes del fondo marino y el gran interés que generaron los hábitats del fondo marino en la sociedad argentina.
Entre el 23 de julio y el 11 de agosto trabajaron día y noche a bordo del buque Falkor (too) del Schmidt Ocean Institute en el cañón submarino Mar del Plata, a unos 300 km de la costa marplatense. Con el ROV SuBastian, un vehículo operado remotamente desde el barco, los científicos pudieron observar en vivo cómo es la biodiversidad hasta los 3.900 metros de profundidad y tomar muestras de ejemplares novedosos o pocos conocidos por la ciencia.
“En lo personal fue muy grato el crecimiento individual y colectivo de este grupo. En lo científico, tenemos un montón de material al cual uno va a estar dedicado durante años. Hay cosas muy interesantes”, cuenta a Bacap Emiliano Ocampo, doctor en Ciencias Biológicas, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) de Mar del Plata y profesor de la UNMDP.


“El mimetismo que encontramos, la simbiosis, es decir, relaciones entre organismos que uno no puede analizar cuando va a un museo a preguntar por una muestra, acá los vimos en el momento interactuando con predadores, con distintas especies. Todo eso es único. Todavía estamos sorprendidos, decantando toda la información y viendo cómo seguimos con los trabajos en tierra”, indica Ocampo.
Florencia Matusevich fue la más joven del equipo científico del Grupo de Estudios del Mar Profundo de Argentina (GEMPA), integrado por investigadores e investigadoras de distintas instituciones del país. En el Falkor (too), la marplatense vivió su primera experiencia en un buque de investigación. “Esto se siente medio como un sueño, como estar volviendo despertándose, porque creo que no terminamos de dimensionar lo que pasó”, comenta a Bacap la licenciada en Ciencias Biológicas y becaria doctoral del CONICET en el IIMyC.
Sobre la experiencia en el talud continental a 300 km de Mar del Plata, Matusevich reflexiona: “Es increíble que nos haya pasado, pero creo que a cualquier investigador que haya estado en esa situación le hubiese pasado lo mismo, porque tenemos muchos científicos de muy buena calidad en Argentina. Estoy muy contenta y esperamos que esto sirva para que también la gente se acerque un poco más a la ciencia”.


Para realizar esta campaña, el GEMPA aplicó a una convocatoria del Schmidt Ocean Institute y fue seleccionado. Unos 26 científicos del grupo participaron de la expedición y la organización internacional aportó el buque Falkor (too), su tripulación y el ROV SuBastian. El equipo estuvo un año en la planificación de esta expedición que se extendió durante casi veinte días
Para Nahuel Farías, la campaña “fue sorprendente por muchas cosas”. El doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CONICET en el IIMyC explica: “El grupo humano que nos conocíamos todos, pero funcionó muy bien bajo presión y cansancio en general, porque trabajamos las 24 horas. Las cosas que vimos nos asombraron. Si bien esperábamos ver diversidad, vimos muchas más cosas de las que pensábamos. Todos los que trabajamos en grupos particulares, creemos que tenemos especies nuevas para describir. Y desde el punto de vista científico, nos vamos super repletos”.
“Fue una experiencia increíble, asombrosa. Los cuatro investigadores que subimos de Mar de Plata somos apasionados en lo que hacemos. Armamos un equipo de trabajo en sinergia con el resto de los investigadores que eran de todo el país. A muchos los conocíamos de hace más de 10 años, a otros los conocimos en el momento, y se armó un equipo de trabajo muy lindo, integrado, porque había que colaborar en todo”, detalla Ezequiel Mabragaña, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CONICET en el IIMyC.
En tanto, Martín Veccia, técnico oceanográfico del Gabinete de Oceanografía Física del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), participó de la expedición como observador designado por Cancillería Argentina para el control de las investigaciones llevadas a cabo en el buque Falkor (too), al tratarse de un barco de bandera extranjera. Este rol está estipulado en el derecho marítimo internacional y regulado por los artículos 245 a 253 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR). Su rol fue controlar que se realicen las tareas declaradas y con el instrumental declarado. Su trabajo se centró en la observación del uso del ROV SuBastian.
“La experiencia arriba del barco fue un poco asombrosa. El nivel de la tecnología que se utilizó, tanto en el ROV con la capacidad de manipulación que tiene con sus dos brazos robóticos, la calidad de las cámaras, son algo realmente nunca visto, al menos dentro de mi ámbito de estudio en el área nacional”, señala Veccia.
Trabajo a bordo
Durante la expedición, el equipo científico se dividió en dos turnos de doce horas para explorar el mayor tiempo posible el fondo del cañón submarino Mar del Plata. Mabragaña y Farías trabajaron en el turno diurno y Ocampo y Matusevich en el turno nocturno.
Luego de cada inmersión del ROV SuBastian, los investigadores trabajaron rápidamente para separar las muestras, clasificarlas y hacer los primeros análisis con el equipamiento del Falkor (too).
“En el barco hay unos laboratorios que son muy buenos, muy equipados, con material de muy buena calidad. Eso permitió hacer las primeras investigaciones, los primeros desarrollos con una buena calidad y con una facilidad bastante grande”, describe Ocampo.
En este sentido, Mabragaña recuerda: “Cuando llegaba el ROV con todo el material, había que empezar a procesarlo, desde el sedimento, el agua, hasta los organismos que venían. Entonces, la organización de eso, colaborar unos con otros, fue algo muy bueno y que ayudó mucho a todo ese trabajo”.


Sobre la observación a través de las cámaras del robot, el investigador detalla que “de ahí teníamos que tomar la información sobre cuáles eran las especies que aparecían, cuántas aparecían, con quién aparecían, la diversidad, las relaciones entre especies, el ambiente donde estaban, y los tamaños que tenían, porque el ROV tenía un láser que indicaba qué tamaño relativo tenía ese individuo”.
En relación a las imágenes que brindaba el ROV SuBastian, Veccia destaca: “Lo más impresionante fue para mí la calidad de las imágenes. Realmente cada vez que esa camarita veía a lo lejos un caracolito y empezaba a hacer zoom, vos veías perfectamente en primerísimo plano los detalles, el comportamiento, los colores, todo lo de cada individuo, era realmente asombroso”.
Además, Veccia subraya el trabajo conjunto entre los investigadores del GEMPA y la tripulación de la organización internacional. “Había una correlación muy grande entre las capacidades científicas aportadas por el equipo internacional de la Schmidt Ocean y las capacidades nacionales de nuestros científicos al momento de organizar las muestras, catalogarlas, fijarlas, prepararlas para traerlas a tierra. Realmente se nota ahí la experiencia de años del GEMPA, del Museo Argentino de Ciencias Naturales, de las universidades intervinientes, etc.”, subraya el profesional del INIDEP.
De rayas y crustáceos
De los científicos marplatenses, dos se dedican al estudio de peces cartilaginosos, en especial rayas (Mabragaña y Matusevich), y dos a los crustáceos decápodos (Ocampo y Farías).
Unas de las imágenes del fondo marino que más llamaron la atención fueron las de “mamá luchona”, una langosta que al percibir la cercanía del ROV, se colocó en el ingreso de la cueva donde se encontraban sus crías para protegerlas.


“Esas imágenes son únicas porque el cuidado parental extendido en los crustáceos se conoce muy poco en los decápodos de aguas profundas, así que todo eso va a terminar en algún trabajo científico de divulgación a la comunidad”, comenta Ocampo. En esta línea, Farías reconoce que proyecta “hacer una descripción detallada a nivel científico de todo ese comportamiento porque realmente es algo bastante novedoso”.
En relación a las muestras de crustáceos, Farías resalta: “Tenemos especies que creemos que son nuevas, en general son especies simbiontes, o sea, especies muy chiquititas del grupo que trabajamos nosotros, pero mucho más chiquitas y que estaban asociadas a un coral, es decir que tenían hábitats muy específicos que no habíamos agarrado en su momento con las redes o no los habíamos encontrado, que son la novedad desde el punto de vista taxonómico puro. Ahora, todo lo que es imagen, que eso acompaña comportamiento también, es absolutamente nuevo para todos”.
En las transmisiones, en reiteradas oportunidades se pudo observar a rayas nadando en las aguas profundas del cañón submarino Mar del Plata. “Me dio mucha emoción ver a las rayas vivas nadando, usando el ambiente. Nunca me había pasado, siempre trabajé con material que ya había estado fijado o freezado. Ver a las rayas en su ambiente natural fue una experiencia única. Vimos más o menos las especies que esperábamos encontrar, algunas que quizás no era tan probable, pero que podían aparecer, y después un montón de otros peces óseos muy interesantes”, narra Matusevich.
Si bien Mabragaña sabía de la diversidad de peces cartilaginosos -en particular rayas- en aguas profundas, no conocía hasta qué profundidad podía encontrar estos peces. “Yo esperaba encontrar a todos en fondos de arena únicamente, y me los encontré en paredes o en zonas que eran de un sedimento más consolidado, casi roca. Me encontré rayas también. Cuando me encontré el jardín de coral y de esponjas con unos colores impresionantes dije: ´Acá tiene que ser donde puedo encontrar las cápsulas de huevo de las rayas, porque en algún lugar tienen que depositar sus cápsulas´. Me encontré con eso y fue una experiencia que nunca había visto en vivo, dónde era el lugar de oviposición de las rayas. Eso fue impactante para mí, me sorprendió”, detalla el biólogo.
Además, reconoce que pudo observar en vivo a la primera especie de raya que describió hace veinte años -a partir de ejemplares fijos, no en su hábitat- “Verlo moviéndose con su coloración fue algo tan fuerte para mí que no lo podía creer”.
La salud del océano
Los trabajos con el ROV también permitieron tomar testigos -muestras- de sedimentos en distintas profundidades y muestras de agua.
“Tenemos mucho hecho sobre cuestiones ambientales, directamente de procesos geofísicos, oceanográficos que hacen a esa biodiversidad. Los push cores, estos testigos que se sacaron, van a servir para ver, por ejemplo, cuánto dióxido de carbono está capturando. En el streaming se veía cómo caía como una nieve marina permanentemente. Eso es materia orgánica en descomposición que viene desde la superficie, es carbono. Ese carbono se sedimenta y se va acumulando en el fondo oceánico, y es una manera de acumular dióxido de carbono, que en otro caso estaría liberado a la atmósfera”, cuenta Farías.
El biólogo remarca que el análisis de este tipo de muestras servirá para “ver cómo está funcionando esta parte del ambiente y sobre todo, y ahí es donde sí entra una cuestión más de salud ecosistémica, cuál es la relación con los distintos ambientes que están cercanos”.
Respecto a estos trabajos, Mabragaña se explaya: “Se tomaban estas muestras del sedimento para saber cómo era la granulometría del fondo. La composición de arena, limo, arcilla, si había materia orgánica, cuánto, cómo era la composición de la infauna y qué organismos había, y después a partir de esa información se iban a tomar también cuestiones para el estudio de microplásticos, carbono azul y ADN ambiental”.
“Esa información se va a aprovechar para tener un contexto de los organismos que están interactuando, en qué lugar lo hacen, porque cada inmersión era completamente distinta, era diferente el ambiente y las corrientes que venían”, añade.
El trabajo en tierra
Durante la campaña, se tomaron más de 120 muestras que permitirán realizar investigaciones por muchos años. Se encontraron animales desconocidos y otros que aún no están clasificados en todos los grupos taxonómicos. Se espera que con esos especímenes se podrán describir alrededor de cuarenta especies nuevas.
El equipo del GEMPA no se limita a los 26 científicos que se embarcaron en el Falkor (too). En tierra, en laboratorios de distintas instituciones del CONICET y universidades nacionales -como el IIMyC-, un grupo más grande de investigadores seguirá los trabajos para estudiar y describir las muestras recolectadas en la campaña.
En el caso de los peces hay pocas muestras y el trabajo se complementará con las imágenes tomadas por el ROV SuBastian. Sin embargo, sí se trajeron materiales para compañeros de laboratorio.
“Recolecté algo de material de los peces que yo analizaba, estómago e intestino para que otro haga un estudio parasitario, por ejemplo. Después, los estudios de carbono azul y de materia orgánica también lo van a hacer otros investigadores. Acá en Mar del Plata trajimos algunas de las muestras”, resalta Mabragaña.


El streaming del fondo marino
La transmisión en vivo del Schmidt Ocean Institute desde el cañón submarino Mar del Plata comenzó con algunos centenares de vistas en los primeros días y alcanzó un pico de más de 92.000 usuarios.
Las transmisiones permitían a la audiencia comentar y hacer preguntas en vivo. Mabragaña cuenta que fue la tercera pata del trabajo a bordo. Primero estaban las observaciones del ROV, luego analizar las muestras recolectadas y, en tercer lugar, comentar lo que se observaba en pantalla y responder algunas preguntas de las personas que miraban la transmisión.
“Fue un desafío, arrancamos con mucha timidez, muy de a poquito y después aparecieron, por ejemplo, eso que llamaba los momentos ñoños y contaba alguna particularidad un poco más específica, por ahí no para todo el mundo, porque me ponía a hablar de genética, de alguna cosa muy específica que a mí me encanta, pero al resto de la gente algo le debe haber llegado. Del otro lado, había gente de distintas edades, distintos tipos de formación, con distintos tipos de curiosidades y uno estaba tratando de decir las cosas de la forma más sencilla y más amplia posible para llegar a todo el mundo”, detalla Ocampo.
Farías afirma que a partir de las respuestas en los chats hubo una interacción entre el público y los científicos. “Realmente la gente estaba un poco investigando y explorando con nosotros. Nosotros éramos la guía especialista, pero el público participaba”, subraya.
En este marco, Veccia considera que la repercusión de la expedición fue “lo más sorprendente y lo más fascinante”. “Le quedaría encargado a nuestros científicos sociales, que no hay que desmerecer su labor, analizar desde el ámbito sociológico qué fue lo que generó tanto atractivo”, añade.
La transmisión llegó a ser varias veces lo más visto del streaming nacional y en varias oportunidades estuvo entre las transmisiones más vistas a nivel internacional, alcanzando un pico de 92.700 vistas en vivo.
“Como trabajaba en el turno anoche, me despertaba y tenía un montón de mensajes que decían: ´Apareció esto´. A veces, yo me terminaba enterando de lo que habían visto mis compañeros durante la mañana por mensajes o por publicaciones en Instagram de amigos o familiares”, recuerda Matusevich.
Más allá de la popularidad de la transmisión, la campaña científica permitirá a los investigadores de aguas profundas de Argentina conocer con más detalle la biodiversidad del cañón submarino Mar del Plata y dará lugar a nuevas investigaciones científicas que podrían desarrollarse durante décadas.