En el XIII Congreso de AIEPA, realizado en Mar del Plata, Patricio O’Gorman advirtió que la educación argentina corre el riesgo de quedar atrapada en prácticas del pasado. Martín Zurita, secretario ejecutivo de AIEPBA, remarcó que la tecnología debe caminar junto al humanismo para proyectar el futuro del sistema educativo.
Por Nahuel Wilfinger
Durante el fin de semana, Mar del Plata fue sede de uno de los encuentros más relevantes de la educación privada en el país. Declarado de interés educativo por el Ministerio de Capital Humano, la Secretaría de Educación, la Dirección General de Escuelas bonaerense y organismos internacionales como la OEI, el XIII Congreso de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de Argentina (AIEPA) reunió a docentes, directivos, representantes legales y propietarios de instituciones educativas. En ese marco, la disertación de Patricio O’Gorman bajo el título “La amenaza más grande no es la IA, sino seguir educando como en 1850”, dejó un fuerte llamado a repensar el sistema. Posteriormente a dar la charla dialogó con Bacap.
El verdadero desafío educativo
Patricio O’Gorman, especialista en educación y tecnología, inició su disertación con una advertencia que marcó el tono de todo su planteo. La inteligencia artificial no representa una amenaza en sí misma, del mismo modo que en su momento tampoco lo fueron internet o los teléfonos inteligentes. Todas son herramientas valiosas, pero incapaces de generar un cambio real si el sistema educativo permanece congelado en estructuras heredadas de la Revolución Industrial. “Lo que menos sentido tiene hoy es que el docente sea la única fuente del saber, esperando que los alumnos absorban contenido como esponjas sin involucrarse de manera activa”, planteó.
Para O’Gorman, la clave está en comprender que vivimos en un mundo de “abundancia de respuestas”. Ante esa realidad, la función de la escuela no puede ser repetir información que ya está al alcance de cualquiera con un clic, sino guiar a los estudiantes en la formulación de preguntas inteligentes, críticas y creativas. De ese modo, la educación dejaría de ser un proceso pasivo y memorístico para convertirse en una experiencia activa, donde el conocimiento se construye en interacción constante con los recursos tecnológicos y con el entorno social y cultural de los alumnos.
El especialista también remarcó la necesidad de que las instituciones educativas comprendan que los jóvenes ya se vinculan con los contenidos de otra manera. En su vida cotidiana consumen información en redes sociales, plataformas de streaming o sitios interactivos que les permiten participar, comentar, compartir y transformar lo que reciben. “¿Por qué el contenido educativo tendría que ser distinto?”, se preguntó. La escuela, concluyó, no puede obviar esa realidad.
Revalorizar al docente y transformar las evaluaciones
Uno de los puntos más fuertes de la exposición de O’Gorman fue su reivindicación de la figura del docente como el verdadero motor del cambio educativo. “El trabajo del maestro debería ser la profesión más reconocida de todas, porque es quien forma a nuestros hijos y los transforma en los futuros ciudadanos con pensamiento crítico”, señaló con énfasis. En ese sentido, propuso políticas públicas que revaloricen la tarea docente a través de capacitaciones permanentes, provisión de herramientas actualizadas y acompañamiento para que los educadores puedan enfocar su energía en lo más importante: formar sujetos críticos y autónomos.
El disertante también se detuvo en un aspecto clave: las formas de evaluar. Consideró que los exámenes escritos o de opción múltiple cumplen una función, pero que han perdido vigencia frente a las demandas actuales. En cambio, destacó el valor de las evaluaciones orales, que habían caído en desuso y hoy comienzan a recuperarse como una práctica más fiel a las exigencias de la vida laboral. Según explicó, este tipo de instancia permite poner en juego la capacidad de comunicar ideas, argumentar y sostener posiciones, habilidades que se consideran esenciales en el siglo XXI.
Además, defendió toda experiencia pedagógica que logre dinamizar el aprendizaje, alejándolo de la memorización automática y acercándolo a la construcción activa del conocimiento. En su visión, el objetivo no es que los alumnos “aprueben” o saquen una buena nota, sino que se apropien realmente de lo que estudian y lo integren a su vida cotidiana. Ese es, para O’Gorman, el verdadero sentido de aprender.
La IA como aliada y los riesgos de un uso acrítico
Más allá de las críticas al sistema tradicional, O’Gorman también destacó que la inteligencia artificial puede convertirse en un verdadero aliado del aprendizaje si se la incorpora con criterio pedagógico. Mencionó aplicaciones de mentoría virtual, audios interactivos sobre materiales de clase y otras herramientas capaces de acompañar al estudiante en su recorrido. Sin embargo, advirtió que estas tecnologías no deben confundirse con el aprendizaje en sí mismo. “La IA puede ayudarnos a aprobar un examen o a entregar un trabajo más rápido, pero hay una diferencia enorme entre sacar una buena nota y realmente aprender”, subrayó.
En ese sentido, insistió en que la clave es definir cuándo y para qué se utiliza la tecnología en el aula, evitando un uso acrítico que minimice los procesos formativos. También resaltó que existen experiencias educativas innovadoras, tanto en Argentina como en el exterior, que buscan transformar la enseñanza en una experiencia interactiva, donde los estudiantes no solo memoricen contenidos para aprobar, sino que se apropien de ellos de manera significativa.
La escuela del futuro según O’Gorman
Patricio O’Gorman también se permitió proyectar cómo imagina la escuela dentro de una década. En su visión, el docente dejará de ocupar el lugar de única fuente de conocimiento para convertirse en un guía que oriente y coordine procesos de aprendizaje mucho más dinámicos. Los alumnos, por su parte, trabajarán en proyectos colaborativos que apelen a la creatividad y a la resolución de problemas concretos, con la tecnología como herramienta aliada.
Aunque subrayó que siempre habrá una currícula de contenidos básicos que los estudiantes deberán aprender, insistió en que lo central será el modo en que esos saberes se incorporen. “El tema es cómo lo aprenden”, enfatizó, destacando que la clave no está en repetir de memoria, sino en apropiarse activamente de los conocimientos.
La mirada institucional de Zurita


El congreso no solo tuvo aportes de especialistas en innovación pedagógica, sino también la mirada institucional que aportó Martín Zurita, secretario ejecutivo de AIEPBA (Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires). En diálogo con Bacap, explicó que el objetivo del encuentro fue debatir propuestas y elaborar un documento que será entregado al Estado Nacional como insumo para las políticas educativas. “La irrupción de la inteligencia artificial obliga a repensar la educación, pero siempre en conjunción con el humanismo, lo ético y lo creativo. El futuro de la educación depende de ese equilibrio”, sostuvo.
Zurita ofreció además un panorama del estado actual de las escuelas privadas en la Argentina. Según explicó, desde hace quince años el sector mantiene estable una matrícula de alrededor de tres millones de alumnos, una cifra que no varió significativamente ni hacia arriba ni hacia abajo a pesar de las recurrentes crisis económicas. Esa estabilidad, destacó, se explica por el esfuerzo que realizan las familias para sostener la educación privada de sus hijos. Sin embargo, advirtió sobre un factor que comienza a generar preocupación: la baja natalidad. “Cada año vemos una reducción mínima en la cantidad de alumnos ingresantes, pero con el tiempo esta tendencia puede profundizarse y es un tema que nos preocupa y nos ocupa”, agregó.