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Qué son las tierras raras y cuáles se encuentran en Argentina

Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos esenciales para la tecnología moderna, desde celulares hasta turbinas eólicas. Aunque su explotación es aún incipiente en Argentina, el país cuenta con recursos identificados y un enorme potencial, en un contexto donde Estados Unidos y China disputan el dominio de estos minerales estratégicos.

Por Lucas Alarcón

Aunque su nombre pueda engañar, las tierras raras no son tan escasas. Se trata de 17 elementos químicos —los 15 lantánidos junto al itrio y el escandio— que aparecen en bajas concentraciones y cuya separación resulta costosa y compleja. Sus propiedades magnéticas, electrónicas y de resistencia los convirtieron en materiales clave de la economía tecnológica global.

Desde su participación en el desarrollo de la televisión en color en el siglo pasado hasta su presencia actual en celulares, pantallas LED, resonadores magnéticos, turbinas eólicas, autos eléctricos y equipamiento militar, las tierras raras son parte silenciosa pero imprescindible de la vida cotidiana y de la industria.

En el tablero internacional, China domina este mercado: concentra cerca del 99% del procesamiento mundial y posee las mayores reservas conocidas, con 44 millones de toneladas, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, 2025). Brasil ocupa el segundo lugar con 21 millones de toneladas. El peso chino en la cadena de valor es tal que el propio Deng Xiaoping, arquitecto del “milagro económico” del gigante asiático, declaró en 1987: “Medio Oriente tiene el petróleo, China tiene las tierras raras”.

Este dominio no es casual. Si bien los depósitos se encuentran en distintos puntos del planeta, pocos países han asumido los costos ambientales y económicos que implica la extracción y el procesamiento completo de estos elementos, especialmente cuando el principal destino de su uso final son los imanes de alto rendimiento.

El potencial argentino: recursos y proyectos en marcha

En Argentina, el tema comenzó a ganar visibilidad en los últimos años. Un informe del Servicio Geológico Minero Argentino (Segemar) de 2022 identificó 190.395 toneladas de recursos de tierras raras ya cuantificados, y estimó un potencial de 3,3 millones de toneladas aún por explorar.

Las provincias del noroeste y centro aparecen como las principales candidatas:

  • Salta, Jujuy, San Luis y el sur de Santiago del Estero presentan mineralizaciones primarias.

  • En San Juan, en el distrito Valle Fértil, hay pegmatitas con presencia de estos elementos.

  • Se identificaron también aluviones con minerales de tierras raras en Córdoba y San Luis, además de concentraciones en arcillas en Barker, Buenos Aires.

  • Incluso se mencionan costras de ferro-manganeso con tierras raras en la Plataforma Continental Argentina, lo que amplía el horizonte de exploración hacia el mar.

La única producción registrada hasta ahora fue en los años 50, cuando se extrajeron alrededor de 1.010 kilos de roca monacita en la mina Teodesia, en San Juan. Desde entonces, el país no ha desarrollado explotación a escala industrial, aunque en la actualidad hay proyectos de exploración avanzados.

Uno de ellos es el de Litica Resources, filial de Pluspetrol, que trabaja en un área de 320.000 hectáreas con estudios de impacto ambiental y el desarrollo de un modelo geológico en el salar Río Grande, en Salta. La compañía también construyó un Centro de Investigación y Desarrollo orientado a mejorar los métodos de extracción de forma eficiente y sostenible.

Una oportunidad estratégica a largo plazo

El interés por las tierras raras no solo se mide en su valor económico directo —un mercado estimado en 12.000 millones de dólares, con proyecciones de alcanzar los 40.000 millones hacia 2040—, sino en su peso estratégico.

La reciente escalada comercial entre Estados Unidos y China puso a estos elementos en el centro de la disputa. En abril de 2025, China impuso restricciones a la exportación de siete tierras raras pesadas con usos militares, mientras Estados Unidos busca acuerdos con países aliados para asegurar su abastecimiento. En este contexto, el potencial argentino no pasa desapercibido.

Para Argentina, el desafío es doble. Por un lado, está la oportunidad de diversificar su cartera minera más allá del litio y el cobre, dos sectores donde ya logró atraer inversiones de empresas globales. Por otro, la necesidad de definir si quiere invertir recursos en desarrollar un mercado complejo, con altas barreras tecnológicas y ambientales, y donde la competencia internacional es feroz.

El Código de Minería local clasifica a las tierras raras como “metales de segunda categoría”, lo que muestra lo incipiente de la mirada regulatoria sobre el tema. Para avanzar, se necesitarán no solo inversiones privadas y estatales, sino también políticas claras, infraestructura tecnológica y capacidad científica.

Más allá de su volumen de reservas, el verdadero valor de las tierras raras está en lo que representan: un insumo crítico para la transición energética, la defensa y la innovación tecnológica. En un mundo donde el acceso a estos minerales se traduce en poder, Argentina enfrenta la posibilidad de transformarse en un actor relevante si logra articular su potencial con un desarrollo sustentable y estratégico.

 

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