Tanto en las playas como en el mar, distintos equipos de investigación de la ciudad han detectado microplásticos en todas las muestras analizadas.
Por Agustín Casa
La contaminación por plásticos es una problemática a escala global. A menudo, llegan noticias internacionales sobre el impacto de los plásticos en los ecosistemas y su abundancia en determinados ambientes. Pero, ¿qué se sabe sobre la presencia, abundancia y el impacto de microplásticos en Mar del Plata y el país?
Un nuevo estudio realizado por un equipo científico marplatense muestra la abundancia de plásticos en la costa de Mar del Plata. El trabajo, titulado “Macro-, meso- and microplastic abundance in sandy beaches and factors influencing their distribution in an SW Atlantic resort” (Abundancia de macro, meso y microplásticos en playas arenosas y factores que influyen en su distribución en un centro turístico del Atlántico suroeste), fue publicado recientemente en la revista Marine Environmental Research.
“La abundancia de basura plástica en Mar del Plata es alarmante en términos ambientales y estéticos, después de haber relevado la abundancia de macro, meso y microplásticos. Las áreas más impactadas son las playas con salidas de pluviales y áreas céntricas”, destaca a Bacap Emiliano Hines, licenciado en Ciencias Biológicas, becario doctoral del CONICET en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC), del CONICET y la UNMDP, y autor del trabajo.
Uno de los datos salientes de estos relevamientos es que Hines y su equipo han encontrado microplásticos (fragmentos menores a 0.5 cm) en todas las muestras de arena, agua y mejillines tomadas de la costa de Mar del Plata.
Según la versión online del trabajo, se encontraron desechos plásticos de todas las categorías de tamaños en todos los sitios muestreados en la costa marplatense. Los lugares con mayor cantidad de plásticos se ubican en las playas céntricas y la zona norte de la ciudad.
“Se tomaron once playas cubriendo zona sur, puerto, centro y norte de la ciudad. Desde Las Brusquitas hasta Camet. En todas las muestras se halló presencia de microplásticos. La peor zona fue la salida del pluvial de Constitución”, asegura Hines.
En el estudio se analizaron sectores como el puerto, playas con salidas de arroyos, playas con salidas de pluviales y playas sin aporte directo de agua continental, con el objeto de determinar qué lugares son los que mayor aporte de residuos vuelcan al medio.
El biólogo resalta que más del 90 % del plástico encontrado en la costa marplatense no se ve, debido a que se trata de pequeños fragmentos (microplásticos).
La playa de Constitución y la costa es la más contaminada por microplásticos, según las muestras que tomaron los científicos del IIMyC. Hines contabilizó más de 1.400 microplásticos por kilo de arena, es decir, 1.400 pequeñitos fragmentos de plástico en el equivalente a dos tazas de té o café llenas de arena. Esta comparación sirve de referencia para comprender la abundancia de los microplásticos en nuestras playas, y su tamaño, y dimensionar que la gran mayoría no son observables a simple vista. “Nos deja entre las ciudades con altísimo grado de contaminación”, subraya Hines.
En este sentido, el biólogo remarca que “los pluviales son los grandes aportantes de residuos plásticos a nuestras playas” y destaca que “las playas céntricas son las más impactadas, relacionado a la carga de gente que reciben, más la presencia de pluviales, y la falta de limpieza de las mismas”.
A su vez, Hines comenta el impacto de la deriva litoral en el transporte de residuos de sur a norte a lo largo de la costa marplatense. “Es otro gran factor que rige la distribución de residuos en nuestras costas, secuestrando basura en playas del sur y depositándolas en playas del norte. A nivel zonal, secuestra residuos de Mar del Plata y los deposita en localidades al norte, como Mar Chiquita”, indica.
Impacto en la fauna marina
Entre las consecuencias que genera la abundancia de microplásticos en la costa marplatense, Hines señala que “aparte de la pérdida de valor estético sobre la playa, principal atractivo de la ciudad, genera interacciones con la biota: aves, peces, tortugas, bivalvos, y mamíferos marinos, etc.”.
En esta línea, el especialista amplía: “Entre las interacciones puede darse el enredo, atrapando al animal y dejándolo morir a su suerte (por ejemplo, los lobos marinos y los zunchos en el cuello). También hay enredo con líneas y redes de pesca, que, aunque están en el fondo marino, continúan funcionando como tales y siguen entrampando diferentes organismos. También está la ingesta, desde el zooplancton que consume microplásticos, pasando por el pez que se come ese plancton, a las aves que comen sobre la playa, hasta los delfines que circulan por nuestras costas. Todos ingieren residuos plásticos que están en el agua o la arena”.
“Esto genera, en algunos casos, falsa saciedad, por lo que el animal, al no poder defecarlos o regurgitarlos, tienen el estómago semirepleto, y con menor capacidad de ingesta. Por ende, tiene una dieta deficiente que termina en inanición”.
En paralelo, Hines afirma que “los plásticos tienen afinidad química con muchísimos contaminantes presentes en el ambiente: pesticidas, herbicidas, metales pesados, entre los más importantes”.
“A la hora de la ingesta, el organismo que lo consume absorbe todos esos contaminantes. Quizás el plástico sigue su ruta en la digestión, pero los contaminantes quedan. A medida que el plástico ingerido es más chico, aumenta considerablemente su relación superficie-volumen, por lo que tiene adheridos mayor cantidad de contaminantes. Así, el ingreso en la cadena trófica se ve aumentado, generando que el pez que come mucho zooplancton adquiera niveles alarmantes de otros contaminantes. Esto se llama bioacumulación, lo que, como tope de la cadena trófica, nos debería preocupar, porque nosotros comemos esos peces”, explica.
¿Qué ocurre mar adentro?
Desde el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) analizan desde 2018 la abundancia de microplásticos en muestras de aguas tomadas en la Estación Permanente de Estudios Ambientales (EPEA), ubicada a 50 km de la costa de Mar del Plata, y en los distintos lugares del mar Argentino hacia donde se dirigen los buques de la institución, desde el Río de la Plata hasta las costas de Tierra del Fuego.
“Todas las muestras son positivas de partículas y fibras. Es decir, tienen partículas para ser analizadas. Por ahora, no hay un espacio que nosotros no hayamos visto con plástico”, indica a Bacap Rosana Di Mauro, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del INIDEP.
En esa línea, la investigadora destaca: “Encontramos básicamente todos los tipos de plástico que usamos normalmente en nuestra vida, ya sea plástico duro o plástico de empaquetamiento. De todo eso hay registros de partículas en el océano”.
Asimismo, Di Mauro asegura que lo que más abunda son fibras textiles y que se trata de una tendencia a nivel global. En paralelo, la investigadora afirma que en el mundo se ha comenzado a observar nanopartículas de plástico en el océano. Como referencia, un nanómetro equivale a la millonésima parte de un milímetro.
00Respecto al impacto de los microplásticos en la fauna marina, la investigadora del INIDEP resalta que “el impacto generalmente es negativo para todos los microorganismos, excepto para las bacterias y las algas”.
¿A qué se debe ello? “Las bacterias y las algas aprovechan el plástico para colonizar y se genera una diversidad sobre la superficie de esta partícula, que puede ser hasta diferente del ambiente, y las algas también se pegan, producen un mucílago que hace que se formen agregados del plástico y algas. Entonces, eso favorece el crecimiento. Por eso, es una de las cuestiones de cómo está asociado el plástico al cambio climático”, detalla.
Di Mauro describe que el plástico que llega al mar permanece un tiempo en la superficie, pero al poco tiempo empieza a ser colonizado por bacterias y algas, y esos pequeños fragmentos de plástico pasan a ser un nuevo hábitat para esos organismos.
En esta línea, subraya: “El plástico dentro de los organismos también sufre cierta transformación. Eso está visto, por ejemplo, con el krill antártico, que puede fragmentar partículas y salen más chiquitas con las heces. Ahí se produce un efecto biológico de fragmentación”.
“Ya no es novedad decir ´este organismo consume plástico´. Ya sabemos que todos los consumen. Ahora, necesitamos saber cuánto es ecológicamente relevante para que eso genere un efecto. Eso es muy difícil”, reconoce Di Mauro.
En este punto, añade que desde el INIDEP están perfilando sus proyectos de investigación para estudiar la ingestión de microplásticos por parte de organismos marinos.
“Lo que a nosotros nos interesa es ver la superposición entre el plástico y el plancton, y ver qué pasa con los recursos, qué pasa con los estadios tempranos, las larvas, los juveniles, los adultos, qué consumen y dónde lo están consumiendo”, explica la bióloga.
Debido a la presencia de plástico del mismo tamaño que el plancton, desde el INIDEP buscan generar indicadores que permitan analizar la problemática y llegar a conclusiones sobre su impacto en el ecosistema marino.