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enero 3, 2025
Cromañón

Sobrevivientes | Juan Ignacio Filardi: “Cromañón está conmigo todos los días”

A 20 años de la mayor tragedia no natural de la historia argentina, Bacap propone una revisión sobre las coberturas mediáticas, las deudas estatales y los vestigios de una noche que marcó al país para siempre. 

Por Martina Migliorisi

Con 194 víctimas fatales y otras miles afectadas física, emocional y psicológicamente, en un nuevo 30 de diciembre, los sobrevivientes toman la palabra. Esta es la historia de Juan Ignacio Filardi. 

– ¿Cómo es la vida post 30 de diciembre de 2004? 

– La vida post 30 de diciembre de 2004 es, básicamente, la vida. Tenía 15 años y hoy tengo 35; en estos 20 hice todo, todo lo que hay que hacer de los 15 en adelante: terminé el colegio secundario, estudié un terciario, conseguí uno, dos, tres laburos; de lo mío y de otras cosas. Me fui de vacaciones con amigos, con la familia, con mi pareja. Viajé, fui a la cancha a ver a San Lorenzo a todas partes, fui a recitales, bailes, fiestas electrónicas, boliches. Solo dejé de hacer cosas cuando me dieron el alta hospitalaria, en enero de 2005, cuando los médicos me explicaron que, momentáneamente, iba a tener que dejar de hacer cosas, pero después de la tragedia hice de todo e intenté decir que sí a todo.

– En el libro “Voces, tiempo, verdad”, Bruno Larocca sostiene que, amén de los años y de la atención y el seguimiento médico, algunos recuerdos, como espasmos, reaparecen un día, de forma aleatoria, y te descolocan: ¿Te pasa?

– El primer psicólogo que ví, todavía internado y en la que fue mi primera experiencia haciendo terapia, me explicó que Cromañón podía volver en cualquier forma, de cualquier manera y en cualquier momento de mi vida. Después de una pregunta que nada tenía que ver con la tragedia, yo, en mi ingenuidad, pregunté si estaba curado; me respondió que nadie iba a poder decirme eso jamás, porque Cromañón iba a volver. Y por supuesto que volvió: está conmigo todos los días. Ya no me descoloca, pero siempre vuelve.

– Sabemos que las y los sobrevivientes, como también sus familiares, debieron lidiar con una prensa carroñera y amarillista desde el primer momento. Hoy, con el recambio generacional y la conciencia colectiva, ¿Qué cambió en el discurso mediático? 

– La cobertura de la noche de Cromañón fue lógica; amarillista, tendenciosa, con una especie de ‘conteo’ de víctimas permanentemente, algo malo y perjudicial para las víctimas pero, visto en retrospectiva, entiendo que todo era así. Hoy es todo más testimonial y se tiene más reparo. Me parece que por el ‘post’ pasa lo importante; cómo es tu vida después de Cromañón.

– Siguiendo con la resignificación del sentido, algunas personas sugieren que es importante distinguir entre los términos “tragedia” y “masacre” para hablar de Cromañón, ¿Detectas una intención -oculta o no- al elegir cómo catalogar el hecho? ¿Qué definición elegís vos?

– Me sale reconocerlo como “tragedia”, porque creo que es el título que siempre se le dio, aunque es igualmente significativo el que hoy día se le quiere atribuir, que es “masacre”. Una tragedia es inevitable en algún punto; una masacre, en cambio, implica que algunas personas entendían las condiciones en las que se encontraba el establecimiento y lo que podía suceder, y que por acción u omisión finalmente sucedió.

– Recientemente se convirtió en ley la Reparación Vitalicia por parte del Estado, ¿Qué significa para vos y para la lucha que los sobrevivientes llevan adelante?

– La Ley de Reparación Vitalicia me parece súper importante para todo el colectivo Cromañón que, si bien está dividido, cuando hay que salir a defender o a buscar algún derecho está más que unido; me parece súper significativo para todos los que integramos la lucha. Por supuesto que, para mí y para mi papá, ambos sobrevivientes, es muy importante saber que contaremos con un acompañamiento del Estado de aquí en adelante.

– ¿Cuáles son las deudas que el Estado y/o la sociedad aún tienen con ustedes?

– Hoy hay una muy puntual de parte del Estado, que tiene que ver con los juicios civiles. Luego de una causa penal y un juicio penal larguísimo, cumplimos 20 años con muy pocas indemnizaciones cobradas; se han muerto padres de chicos fallecidos en Cromañón sin haber cobrado una indemnización estatal. Por supuesto que el dinero no devuelve absolutamente nada y no te repara la vida, pero por algo están estas instancias. Algunos Estados más presentes, mucho menos simplistas, han abordado estas situaciones de otra manera, lo hemos visto, incluso, en otros países. La ley vitalicia de la que hablábamos anteriormente, por ejemplo, es otra forma de reparación.

La sociedad, si tiene alguna deuda, es simplemente la de entender que la nocturnidad y la diversión es un derecho; que no hace falta poner en riesgo la integridad de uno o de terceros para divertirse. Si la sociedad tiene una deuda no es con los sobrevivientes o con las víctimas, sino con todos los que integramos este colectivo, en el sentido de exigir la diversión como un derecho.

– ¿Qué podemos hacer quienes, por motivos de edad, lejanía u otros, no estamos/estuvimos directamente involucrados con Cromañón? 

– Lo que pueden hacer es preguntar. Tan sencillo como eso. Preguntar, consultar, investigar. Para estar al tanto de lo que pasó, para entender cómo se maneja el colectivo, para saber cómo encarar a alguien que estuvo ahí, qué se pidió y por qué se lucha, pero fundamentalmente para aportar un granito de arena y que no vuelva a pasar, además del ejercicio de memoria activa, que es importantísimo.

 

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