Esteban Giri, dirigente del club marplatense, analiza el presente de Peñarol en la Liga Nacional de básquet, la presión por los resultados, el vacío que genera la ausencia del clásico con Quilmes y el desafío de gestionar pasiones
Por Florencia Cordero
En tiempos donde sostener proyectos deportivos profesionales se vuelve cada vez más difícil, Peñarol sigue firme en su intento por mantenerse competitivo en la Liga Nacional de Básquet. Esteban Giri, máximo directivo del básquet «milrayitas», describió el momento actual atravesado por presiones deportivas, desafíos económicos y la necesidad de alimentar la pasión de su gente.
“Hoy el ecosistema del básquet no es rentable. Partimos de esa base”, afirma Giri. Para él, el esfuerzo de cada parte del engranaje -clubes, dirigentes, jugadores, medios e hinchas- es fundamental para que el deporte sobreviva. “Los resultados deberían ser anecdóticos, pero terminan siendo centrales. Ganar o perder define si llenás un estadio, si generás ingresos, si creás ese plus que necesitás”, explicó.
El dirigente marplatense remarcó la importancia de estar en puestos de playoffs, casi como una obligación para los clubes que desean sostenerse a largo plazo en la competencia: “O vas por todo, o que dás a mitad de camino. No alcanza con hacer un torneo decoroso”.
Resistir
Peñarol, a pesar de las dificultades, resiste. ¿Por qué? Según Giri, “por la pasión que hay que administrar” y por la historia que respalda al club. “Administramos no solo lo económico, sino la pasión y la expectativa de nuestra gente. La adrenalina de cada partido es lo que nos hace seguir adelante, más allá del sentido común que a veces diría lo contrario”, confesó.
Un tema inevitable fue la pérdida del clásico con Quilmes, uno de los partidos más tradicionales del básquet argentino. “Perdimos todos: Peñarol, Quilmes, Mar del Plata. El clásico era el más convocante del país. Ojalá algún día vuelva. Con gestión conjunta, creo que se puede”, deseó Giri, abriendo una puerta a la esperanza.
En cuanto a su propio rol como dirigente, admitió estar en plena etapa de aprendizaje: “Uno desde afuera siempre opina. Cuando te metés, entendés por qué se toman algunas decisiones. Intento ser equilibrado, aprender del pasado, adaptarme a los desafíos nuevos como las redes sociales, el consumo digital, el BasquetPass… Los tiempos cambiaron”.
Sobre el cierre de temporada regular, Giri prefirió valorar el crecimiento institucional por encima de la tabla y destacó el aporte del entrenador: “Con Hernán (Laginestra) ya ganamos. Desde que llegó nos ayudó a reconstruir confianza. Claro que queremos entrar a playoffs y soñar, pero más importante es que el club volvió a ser considerado y respetado”.
En una Liga Nacional cada vez más pareja, Peñarol sigue escribiendo su historia, con la pasión intacta y la convicción de que resistir ya es una forma de triunfo.
El legado de Domingo Robles
Al referirse a su estilo como dirigente, Giri no esquivó la comparación con Domingo Robles, histórico presidente de Peñarol. “Domingo fue el dirigente más exitoso que tuvo el club y probablemente Mar del Plata”, reconoció. A la vez, explicó que su propio enfoque busca combinar el aprendizaje de esa etapa con nuevos desafíos: “Hoy nos tenemos que amigar con el mundo de la virtualidad, las redes sociales, entender por dónde los jóvenes consumen básquet. Los desafíos son otros”.
El actual responsable del básquet de Peñarol también destacó la importancia de la alternancia dirigencial: “Creo que uno debe tener períodos y después dar paso a otros. No hay que personalizar tanto el club. Intento trabajar de manera sana, entendiendo que no siempre se puede ganar, pero siempre se puede construir”.
Resistir más allá de los resultados
La historia de Peñarol en esta temporada es la misma que transitan muchos clubes en la Argentina actual: sostener proyectos deportivos en un escenario que, por momentos, parece jugar en contra. “Es un ecosistema no rentable”, es una frase que sintetiza el desafío cotidiano.
Sobrevivir en la Liga Nacional implica mucho más que ganar partidos. Significa administrar pasiones, sostener estructuras, adaptarse a nuevos consumos culturales y renovar el compromiso cada temporada. Peñarol, con su historia como impulso y su gente como motor, sigue resistiendo. Y en tiempos de incertidumbre, resistir también es una forma de victoria.