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abril 29, 2024
Lo de Acá

La “piedra Mar del Plata”, una de las claves para conocer a los primeros habitantes de la región

Investigadores de la Universidad Nacional de Mar del Plata estudian las rocas halladas en sitios arqueológicos de la zona para entender cómo vivían los grupos cazadores recolectores que poblaron esta parte del territorio bonaerense hace unos 12.000 años.

Por Agustín Casa

Los chalets estilo Mar del Plata son un sello de la arquitectura local. Reciben ese nombre porque exhiben en las fachadas la llamada “piedra Mar del Plata”, una roca que se puede encontrar desde la ciudad balnearia hasta Tandil. Y se la puede observar en la costa, el Parque San Martín y en Sierra de los Padres. 

Pero esa piedra no solo fue empleada en el siglo XX para el frente de numerosas obras arquitectónicas de la ciudad, sino que también fue utilizada por los primeros habitantes de la región. Por ello, investigadores de la Universidad Nacional de Mar del Plata estudian esa roca para conocer cómo la usaban y cómo vivían esas poblaciones hace unos 12.000 años.

En julio de este año, los arqueólogos Federico Bonnat y Diana Mazzanti publicaron un trabajo en la revista especializada Comechingonia en el que describen y analizan los hallazgos de distintas piedras en cueva Burucuyá, un sitio arqueológico ubicado en la zona del valle serrano de La Vigilancia, en el partido de Balcarce. 

Allí encontraron 104 artefactos de recursos líticos (es decir, rocas) entre instrumentos y desechos de la talla. De estos, más del 82 % correspondió a ortocuarcitas de la Formación Balcarce, más conocida como “piedra Mar del Plata”. 

Según señalan los investigadores en su trabajo, cueva Burucuyá fue un refugio, con disponibilidad de agua, ocupado de manera efímera por un pequeño grupo de cazadores recolectores hace unos 12.000 años, cuando se empezó a poblar esta zona.

“Los grupos en el pasado estuvieron en esa cueva trabajando, seguramente realizando tareas de subsistencia. Aparecen también unos fogones que nosotros les llamamos en cubeta, que son unos pequeños pozos donde se puso el fuego para iluminar, calentar y cocinar. Y utilizaron mucho la roca que estaba en las inmediaciones de la cueva”, cuenta a Bacap Federico Bonnat, doctor en Arqueología, investigador del Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense de la Facultad de Humanidades de la UNMDP y docente de la misma facultad.

Importancia del hallazgo

La importancia del hallazgo de piedras usadas por los habitantes de esta región en el pasado radica en que, al tratarse de una zona muy húmeda, no se conservan restos de plumas o cueros.

“Nos interesa estudiar las piedras para ver cómo era el comportamiento de estas sociedades. Cómo trabajaban la piedra, para qué la utilizaban, cómo se relacionaban con otras sociedades, qué movilidad tenían para ir a buscarlas, hasta dónde iban a buscar estas rocas, cómo las traían y también estudiar todos los instrumentos que hacían con estas piedras”, explica el arqueólogo.

A partir de este trabajo, los investigadores determinaron que el grupo de cazadores recolectores que estuvo en esa cueva, ubicada en el sector oriental de las sierras de Tandilia, utilizó la “piedra Mar del Plata” para la fabricación de raspadores, cuchillos y cepillos, entre otros instrumentos. 

“Eran herramientas para talar madera, pelar cuero y despostar animales. Eran las herramientas que utilizaban para la subsistencia. Y después los picapedreros utilizaron esta piedra marplatense en la ciudad para hacer los chalets o algunos circuitos de veredas y demás”, señala Bonnat.

En esta línea, el especialista destaca que la “piedra Mar del Plata” (ortocuarcitas de la Formación Balcarce) es una roca de grano grueso y dura. Por lo tanto, no tiene buena fractura al momento de tallar la piedra para fabricar instrumentos.

“Al tener granos de cuarzo más gruesos, y menos compactados, es un poco irregular. Era una piedra muy buena para raspar madera y procesar vegetales. Seguramente ha sido una mejor roca para ese trabajo porque, al tener una fractura más irregular, no hace unos filos que corten bien. Entonces, se utilizaba más para raspar y no tanto para cortar”, detalla.

Procedencia

Un elemento importante para entender a estas poblaciones del pasado es estudiar la procedencia de las piedras. “Eso nos permite entender y ver hacía dónde se movían las poblaciones del pasado o si había relaciones con otras poblaciones para intercambiar productos por rocas”, resalta el docente de la UNMDP.

Además de piedras locales, en cueva Burucuyá hallaron en menor proporción piedras de la zona de Barker (partido de Benito Juárez, provincia de Buenos Aires), a más de 100 kilómetros de este lugar. También encontraron rocas de las sierras de Ventania, a unos 400 kilómetros, en el suroeste de la Provincia.

piedra Mar del Plata
Federico Bonnat y Diana Mazzanti

Bonnat remarca que las piedras de Barker (ortocuarcitas de grano fino del Grupo Sierras Bayas) son de mejor calidad para la talla. Por ese motivo, se utilizaban para realizar puntas de proyectil o instrumentos filosos.

“Recorrer 100 kilómetros para buscar estas rocas implicaba cuidarlas un poco más. A estas canteras concurrían poblaciones de distintos lugares porque se utilizó en todos los sitios de la provincia. Fue un recurso muy buscado. Ahí en la cantera habría muchas relaciones de interacción social y de intercambio de productos, bienes, conocimientos y experiencias”, relata el investigador. 

En otros sitios arqueológicos también hallaron piedras llamadas calizas silicificadas provenientes de la provincia de Entre Ríos y de Uruguay, a más de 500 kilómetros de las sierras de Tandilia.

Los primeros habitantes de la zona de Mar del Plata

Hace unos 12.000 años, la zona de Mar del Plata estaba habitada por grupos de cazadores recolectores que vivían en grupos de 15 a 20 personas y que compartían un vínculo familiar.

“No había una diferenciación social. Eran más o menos sociedades igualitarias. Y, al ser cazadores recolectores, tenían movilidad durante gran parte del año. Iban desplazando los asentamientos para ocupar distintos lugares durante el año”, sostiene Bonnat.

Sus presas eran sobre todo guanacos y venados, pero también cazaban mamíferos hoy extintos como gliptodontes y megaterios, representantes de la megafauna que habitaba esta zona.

Los sectores serranos eran espacios muy valiosos para estas comunidades porque allí encontraban lugares de refugio como cuevas y sitios con agua, donde no solo se asentaban grupos humanos, sino también poblaciones animales. Otra ventaja de las sierras era la abundancia de recursos líticos, que escaseaban en las planicies o en sectores cercanos a la costa.

En la región de Tandilia oriental hay once sitios arqueológicos con evidencias que sugieren cómo vivían estas poblaciones. Bonnat indica que usaban algunas cuevas para cazar animales y en otras instalaban sus asentamientos. Asimismo, subraya que también vivieron al aire libre en sectores costeros o en la planicie del área interserrana.

“Las poblaciones se asentaban en esos lugares, tenían circuitos de movilidad. Esto quiere decir que durante el día salían a buscar los recursos que necesitaban y también seguramente iban trasladando sus asentamientos a lo largo del ciclo anual. Parte del año vivirían en la sierra, parte del año vendrían para la costa”, concluye. 

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