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abril 23, 2024
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La ropa es la principal generadora de microplásticos en el agua

Su incidencia es más alta que la de los neumáticos y la basura que se acumula en las calles. Además de afectar al agua dulce, los océanos y su fauna, vuelve a nosotros en alimentos y bebidas. 

Por Claudia Roldós

La ropa que usamos es la principal fuente de generación de los microplásticos que contaminan el agua y el aire. Representan el 35% de estas pequeñas partículas que se han detectado en los océanos y una cantidad muy superior a las halladas de neumáticos (28%) y la basura que se acumula en las calles (24%). Con mucha menor incidencia, se han encontrado restos de marcas viales (7%), revestimientos marinos (3,7), elementos de higiene personal (2%) y pellets (0,3).

Un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza determinó de esta forma el universo de microplásticos que pasan por las tuberías de nuestros hogares, se trasladan por los desagües y las bocas de tormenta, desembocan en cursos de agua dulce, llegan al mar y vuelven a nosotros en alimentos, bebidas embotelladas y el aire. 

Reducir la incidencia de esta fuente de contaminación puede lograrse con prácticas sencillas, algunas muy al alcance de todos. Otras, son posibles pero no han llegado a la Argentina.

El ingeniero en química Alejandro Sturniolo, director y vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reuso de Agua (Aladyr) reflexionó que “los textiles son la principal fuente de contaminación del agua por microplásticos, sin embargo muy poco se hace para reducirla”.

Cambio de costumbres

Para el marplatense, especialista en potabilización de agua, “es tan sencillo como cambiar algunas costumbres, como lavar menos veces la ropa y hacerlo con programas de lavado más suaves y cortos”. 

Además, indicó, “se puede frenar con una  inversión de menos de 10 dólares, en un filtro para microplásticos que se coloca en el lavarropas, que aún no se consigue en Argentina”. 

Para Sturniolo, quien en 2006 comenzó a preocuparse la situación de los microplásticos y estudiarla, la respuesta a esta problemática está en la educación. “Lavando un 50% más la ropa, generamos 1000 veces más microplásticos que lo que tiene una crema. Podemos hacer campaña contra una marca de cosméticos, o demonizar a una gaseosa, pero no solucionamos el problema. No se trata de ser cool, sino de tener responsabilidad”. 

¿Por qué es importante? “no solo por conciencia, sino por nuestra propia salud” sostuvo el ingeniero. Es que diversos estudios han comprobado que los microplásticos vuelven a nuestras casas -y nuestros cuerpos- en alimentos y bebidas embotelladas. 

De hecho un estudio presentado en el congreso de la Sociedad Americana de Química a mediados de agosto de este año, comprobó la presencia de microplásticos en tejidos y órganos humanos. Los autores del trabajo analizaron 47 muestras de tejidos del cerebro, y de los cuatro órganos más expuestos a la filtración de microplásticos: los pulmones, el hígado, el bazo y los riñones.

microplásticos

Los resultados del estudio confirmaron la presencia de docenas de plásticos -incluidos el policarbonato (PC), el polietileno tereftalato (PET) y el polietileno (PE)- en todas las muestras, y el bisfenol A (BPA), que todavía se utiliza en muchos envases de alimentos a pesar de los problemas de salud que provoca, en las 47 muestras humanas.

“Environmental Science & Technology publicó un análisis basado en estudios de todo el mundo en el que calcula que en promedio, las personas comemos, bebemos y respiramos entre 74.000 y 121.000 partículas microplásticas cada año” citó.

Investigadores de la Universidad de Catania (Italia) descubrieron microplásticos en  manzanas, lechuga, brócoli, papas y peras y aseguran que penetran a través de las raíces. Pero la  mayor fuente conocida de microplásticos que ingresa a nuestros cuerpos es el agua embotellada. 4 estudios diferentes, hallaron 94 partículas de microplástico en algunas marcas de agua embotellada (botellas de un litro). La segunda fuente, con 32 partículas por litro, está en algunas marcas de cerveza. Le siguen el aire, el agua corriente, los mariscos, el azúcar, la sal y la miel.

Algunas empresas, no obstante, han invertido en sistemas para evitar que se cuelen en sus productos. “Los microplásticos no son peligrosos como tales -para la salud humana-, pero absorben disruptores hormonales, microbios, especies no nativas y metales pesados, que sí lo son” advirtió Sturniolo.

Amenaza invisible

Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico que se forman por el desgaste de piezas de mayor tamaño y prácticamente indestructibles desde el punto de vista molecular. A diferencia de otros materiales que pueden biodegradarse, estos tienden a dividirse en partículas de menor y menor tamaño hasta llegar al micrón (milésima parte del milímetro). 

La superficie de cada partícula del microplástico actúa de forma similar a una esponja que absorbe toxinas, incluyendo las del medio ambiente como los policlorobifenilos (PCB) y gérmenes causantes de enfermedades. 

“El plástico es muy usado porque es barato, liviano y fácil de producir. Pero, por otro lado, es muy resistente: una bolsa puede demorar hasta 600 años y una botella 1000 en degradarse”, explicó el doctor Ignacio Chiesa, del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) del Conicet.

Consumimos 5 gramos de microplásticos por semana

La Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) forma parte de un consorcio de entidades que cada mes de septiembre, contabiliza y clasifica la basura que se encuentra en las playas de más de 13 localidades de la provincia de Buenos Aires. Cada año la tendencia se confirma: entre el 80 y el 82% de los residuos que llegan a la arena o, directamente, al mar, está compuesta por diversos tipos de plásticos.

En la arena y en el medio marino, son los que se convierten en microplásticos y, según explicó Verónica García, coordinadora del proyecto Basura Marina de la FVSA “son muy peligrosos porque son fácilmente ingeridos por la fauna marina y van pasando por la red trófica, de un animal al otro”. En ese sentido ejemplificó que “hemos hallado en tortugas hasta 300 pedacitos de plástico”. 

Un estudio realizado por la FVSA el año pasado, determinó que “dependiendo de la dieta de una persona normal, se estima que consumimos, en distintos alimentos, agua y por el aire, cinco gramos de microplásticos por semana. Es el equivalente a una tarjeta de crédito” sostuvo García. Y coincidió en que el peligro de estos microplásticos está en que “pueden absorber toxinas del ambiente”.

“Es un problema que generamos todos y tenemos que solucionar entre todos. El consumo responsable, disminuir la demanda es una primera medida” indicó la referente, pero sostuvo que, además se trata de “avanzar en el debate de la ley de envases, que en Argentina lleva 20

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