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abril 25, 2024
Lo de Allá

La huella del plástico: un largo ciclo que siempre conduce al mar

Gran parte de la basura que se encuentra en el mar proviene de desechos que generan las personas. En los últimos 50 años, el descarte del plástico es uno de los que más creció.

Por Claudia Roldós

Científicos y ambientalistas de distintas partes del país han llegado a encontrar hasta 300 fragmentos de plástico en los estómagos de diferentes especies de fauna marina. También es interminable la lista de animales que han crecido deformados por haberse enredado en distintos tipos de elementos plásticos y no haber sido capaces de liberarse. Muchos de ellos como consecuencia, mueren. 

Tapas, tapitas, bolsas, sogas, sunchos. cajones, botellas, vasos, envoltorios, bandejitas, textiles, son solo algunos de los elementos de plástico que, en mayor o menor medida, casi todas las personas utilizamos. En conjunto, conforman entre el 80 y el 82% de la basura que se encuentra en las playas y en las enormes islas de plástico que se han detectado en distintas zonas de los océanos, llevadas por las corrientes. Otros, por su peso, se hunden hasta llegar al fondo marino. Todos constituyen un peligro para el ambiente y para las personas. 

Desde 2016 varias entidades ambientales vienen realizando cada septiembre un censo de basura en playas en más de 13 localidades de la provincia de Buenos Aires. Cada año las cifras se repiten. 

Tanto el consumo como el descarte de plástico han crecido exponencialmente en los últimos 50 años. Claro, se trata de elementos económicos, livianos, versátiles, estables, de gran utilidad para las industrias y el comercio. Pero su huella ha generado, en este medio siglo, impactos negativos de lo más variados. 

Desde su contribución al colapso de basurales y rellenos sanitarios, pasando por la contaminación de ríos y arroyos, la obstrucción de bocas de tormenta y desagües pluviales generando anegamientos e inundaciones cuando llueve, pasando por la negativa visión que forman a su llegada a las playas, su rastro continúa en la superficie y en el fondo del mar, intoxicando y matando a gran cantidad de animales. 

“Solo una pequeña parte de la cantidad de plásticos que encontramos se generan en la misma playa. Vienen desde muy lejos, son urbanos” explicó Verónica García, coordinadora del proyecto Basura Marina de la Fundación Vida Silvestre Argentina. La mayoría llega a las playas -o directamente al mar- a través de los desagües pluviales o de la actividad pesquera. 

“Si se combina una mala higiene urbana, proliferación de basurales, contaminación de cursos de agua de las ciudades y poco compromiso de los habitantes con la separación de residuos en sus hogares, eso se termina viendo en las playas y en el mar” sostuvo la referente.

Impacto negativo

Es que la basura en las playas no solo impacta negativamente sobre la imagen de la ciudad y el turismo, sino que por las corrientes llega a ciudades vecinas. Además es una amenaza para la supervivencia de especies, muchas de las cuales ya están en riesgo y con poblaciones muy reducidas.

Reducir el uso de bolsas de nylon para las compras es solo un pequeño paso hacia un cambio de conductas y costumbres que deberá ser mucho más profundo. “Ahora el foco está puesto en evitar los plásticos de un solo uso, básicamente los vasos, cubiertos, platos y bandejas descartables, los sorbetes. Pero lo más importante es reducir al máximo el consumo de plásticos en todos los niveles, Cuanto menos plástico llevemos es mejor” indicó la bióloga.

Aunque eso tampoco alcanza. Para evitar que los pluviales trasladen grandes cantidades de plásticos hacia el mar, “en la Mesa Ambiental de General Pueyrredon propusimos que todos los pluviales tengan sistemas de retención de sólidos. La ordenanza se sancionó el año pasado, pero aún no está en práctica”.

Es que esta solución tampoco es simple. “Hay que analizar y encontrar la estructura más adecuada para cada caso, porque la consecuencia negativa es que la basura que queda contenida en los sistemas de retención obstruyen el paso del agua y provoca anegamientos”. 

Por ello, lo principal tiene que ver con “el compromiso de las personas y la correcta separación y gestión de los residuos reciclables”, además de “disminuir la generación y mantener una correcta higiene de la ciudad”. 

Crecimiento exponencial

García citó que un estudio determinó que en 2016, se utilizaron tantos plásticos como el peso de toda la población humana. Su uso creció en forma exponencial desde los 60 hasta hace 10 años, cuando comenzaron a implementarse leyes de regulación en algunos países. A partir de entonces “el incremento se redujo, pero continúa habiendo un crecimiento lineal de su uso”. 

Y en ese sentido advirtió que “este año, debido a la situación del Covid-19, estimamos que va a ser mayor la incidencia, por el incremento del uso de materiales descartables en salud”. 

La ambientalista señaló que 108 países ya cuentan con legislación que prohíbe el uso de bolsas descartables. Otros tantos han avanzado en la llamada “Ley del envase” que implica que se regule que quienes introducen plásticos en el mercado, se responsabilicen de su destino final. “En Argentina hace 20 años que este tema está en debate” reflexionó. 

Y consideró que “el de los plásticos es un problema que generamos entre todos y debemos solucionar entre todos. Todo suma, cuánto más consciente sea nuestra forma de compra, cuanto menor cantidad de embalajes aceptemos, cuanto menos plástico consumamos, cuantos más hábitos cambiemos, mejor va a ser”.

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