Fue director de culto de películas de género en los 80 como Re-animator o From beyond, ambas basadas en relatos de H.P. Lovecraft.
El cineasta norteamericano Stuart Gordon se curtió en el teatro a finales de la década de 1960 en su Chicago natal rodeado de grandes nombres: el dramaturgo David Mamet –Gordon fue uno de los primeros directores teatrales que se animó a llevar a los escenarios las obras del autor de “Oleanna”– y los actores Joe Mantegna y Dennis Franz. Dos décadas más tarde, entró por la puerta grande en el horror cinematográfico gracias a “Re-Animator” (1985), una de las mejores adaptaciones libres del universo de H.P. Lovecraft que mezclaba a la perfección gore, terror y carcajadas. El hit que supuso esa película, que también sirvió para lanzar las carreras de dos intérpretes hoy legendarios dentro del género, Jeffrey Combs y Barbara Crampton, dio inicio a una carrera que brilló hasta bien entrada la década de los 2000.
El cine de Gordon destaca por su humor negro, su gusto por el grand guignol y los efectos especiales prácticos más grotescos, su conocimiento erudito de la historia audiovisual del terror y su capacidad para releer en clave moderna los textos clásicos de Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft. Películas como «From beyond” (1986), “Dolls” (1987), “El pozo y el péndulo” (1991), “Castle Freak” (1995) o “Dagon” (2001), son clásicos indiscutibles del género y ejemplos excelentes de sus virtudes como director y guionista. Murió de un paro cardiorrespiratorio el 25 de marzo del 2020.
“Re-Animator”, una obra de culto
Sin dudas, una de las películas de terror más influyentes de la historia, tanto estética como temáticamente. Una obra maestra de Stuart Gordon que reformuló con éxito el universo de Lovecraft.
Re-animator (1985) narra la historia del doctor Herbert West quien estudia en Europa métodos regenerativos junto a un conocido científico que muere de manera extraña. Herbert viaja a EEUU, donde se matricula en la Miskatonic University. Allí continúa con sus experimentos, que tienen la intención de alcanzar la fórmula que permita reanimar a los muertos.
Al principio, Gordon tenía pensado hacer una adaptación teatral, pero los escritores Dennis Paoli y William Norris, lo convencieron para realizar un piloto de televisión que duraría 30 minutos. La trama se iba a ambientar a comienzos del siglo XX, pero analizaron que iba a ser demasiado cara para recrearla, razón por la cual decidieron ambientarla en Chicago de los 80s. También creyeron que el formato de media hora no era el apropiado, así que apostaría por estirarlo a una hora de duración, completando un total de 13 episodios.
El especialista en efectos especiales Bob Greenberg, quien había trabajado con John Carpenter en su película Dark Star, le remarcó a Stuart Gordon que el único mercado para el terror estaba en el cine, por lo que le presentó al productor Brian Yuzna. Gordon le mostró a Yuzna el guión del episodio piloto y de los otros doce, el productor vio con agrado el trabajo y lo convenció para filmar en Hollywood, debido a la cantidad de efectos especiales que se empleaban en la historia.
Re-animator tuvo un presupuesto de 900 mil dólares y recaudó unos 2 millones de dólares. Con el correr del tiempo, la película se volvió de culto entre los fanáticos del cine porque es una producción que combina terror, gore y comedia.