Los 24,7 °C medidos en la superficie el lunes 29 de enero son similares a los que pueden encontrarse en las playas de Brasil. Pero no se trata de un fenómeno aislado, a nivel global, en los últimos 30 años, los océanos se están calentando más que en los 60 años anteriores. Las consecuencias son graves para la fauna y la flora marina y retroalimentan el cambio climático.
Por Cecilia Draghi
Cada año, los datos de aumento de temperatura del mar en distintos puntos del planeta parecen sacados del libro mundial Guinness de los récords. Una marca supera a la otra, como ocurrió en enero pasado en Mar del Plata, que registró el máximo mensual absoluto de la serie con 24,7 °C. Estos números son una gota de muestra en este océano Atlántico, que, por estas latitudes a la altura de Buenos Aires, incrementa su tasa de calentamiento desde hace cuarenta años.
El Gabinete de Oceanografía Física del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) dio recientemente el informe de la temperatura del agua en la superficie del mar de la ciudad feliz, que parece seguir la corriente dada en los últimos tiempos. “Toda esta región del Atlántico sudoeste está aumentando su temperatura no solo en la superficie, sino en casi todos los sitios donde hay equipamiento para detectarla”, indica el oceanógrafo Alberto Piola, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, quien ha estudiado un mar de datos registrados por sensores ubicados a profundidades que van desde los 1.300 a casi 5.000 metros.
Las tendencias a largo plazo siguen esta estela de alza de calor en todos los mares del globo. “No es –aclara Piola– homogénea. Hay algunos lugares donde se calienta más que otros. Dependen de patrones de vientos, de las corrientes subsuperficiales, entre otros”. Más allá de los sitios, también se avizoran diferencias en la velocidad que tiene lugar. “Es irregular, o sea, hay períodos de aumento más rápido; otros, un poco más lento. Pero, si uno toma las series de datos más largas muestran que la tasa de calentamiento está aumentando en todo el mundo”, precisa.
Registros inquietantes
Los datos son inquietantes. “En los últimos 30 años, las aguas se han calentado más que en los 60 años anteriores. Y los máximos valores se registran en la última década. Tomando todos los datos disponibles, los satelitales y los anteriores a ellos, se observa que la tasa de aumento de la temperatura en la superficie es del orden de medio grado Celsius en los últimos 40 años”, precisa.
Esta diferencia de temperatura puede parecer baja en valores absolutos, pero no lo es a la hora de enumerar los efectos en los océanos, que absorben alrededor del 90 por ciento del exceso de calor asociado al calentamiento global por el cambio climático.
Estos cambios “limitan la cantidad de nutrientes que llegan a la zona donde hay luz, e impactan sobre el crecimiento de las plantas. También tienen efecto sobre la solubilidad de los gases, y eso hace que el océano, por ejemplo, posea menor capacidad de absorber dióxido de carbono u oxígeno”, enumera. Los animales marinos no escapan a sufrir avatares. “Algunas especies son buenas nadadoras y se pueden adaptar, irán desplazándose; pero, tal vez, haya otras que no tengan tanta movilidad para acudir a otros sectores, donde puedan seguir desarrollándose”, grafica.
La historia del planeta ofrece períodos dispares. “Hay registros de estados climáticos como los actuales, pero la tasa de concentración de gases invernadero en la atmósfera no se ha visto en los últimos millones de años, o sea que es una situación realmente única en ese sentido. Y el calentamiento del mar es una respuesta directa a ese desbalance energético en la Tierra”, señala.
En medio de este tsunami de datos al rojo vivo, tampoco faltan, los sitios raros que muestran otro horizonte. “El sudoeste del Pacífico, al norte del pasaje de Drake, la parte sur de la plataforma continental patagónica y una parte de la corriente de Malvinas han estado enfriándose en los últimos cuarenta años, mientras en la mayor parte del planeta ha estado calentándose”, compara. Si bien se han lanzado diversas hipótesis para explicar estos oasis refrescantes, “no es un proceso totalmente comprendido”, indica.
En tanto, desde las costas bonaerenses, hacia el mar adentro, se avizora un panorama similar al que ocurre en gran parte del planeta. “En nuestras latitudes de Buenos Aires del paralelo 30 al 40 hay un aumento de temperatura en el Atlántico. Esto lo vienen registrando de hace 40 años, que es desde que se posee información satelital”, concluye.
Fuente: Nexciencia.