Una guía para apreciar las bondades que nos brinda la costa: desde su arena, sus animales autóctonos y todo lo que capta una mirada aguda de cada cosa, objeto y ser.
Por Alejandra Bertolami
Una guía siempre informa y, el saber, hace querer más ese lugar que habitamos y nos habita. En la costa nos sentamos a pensar, la usamos como punto de encuentro con alguien, es el escenario perfecto para un primer beso, pero, nunca nos pusimos a desglosar sus partes para ponerlas en palabras y darles la importancia y significado que ameritan hasta ahora.
¿Qué sabemos de las almejas, ballenas y tiburones? ¿Sabías que se encontró un tiburón blanco en Miramar una vez? En los años setenta, en Miramar, el mar crecía tanto que había que armar y desarmar los balnearios casi todos los días, ¿Qué tanto se sabe de eso? ¿Te detuviste a pensar en el arte de clavar una sombrilla? O que, al patinador de la costa, lo conocemos y queremos todos. Este libro se detiene en los puestos de carnada, no pasan desapercibidas las avionetas de publicidad y el trencito de la alegría y su Peppa Pig desaforada cobran la relevancia que se merecen. Saber que la rambla más grande y famosa es la de Mar del Plata. Guía Maravillosa de la Costa Atlántica (Editorial Sudamericana), un libro que no deja personajes ni rarezas que contar. Hay de todo, te atrapa porque logra desmenuzar poéticamente cada partícula que compone la maravillosa Costa Atlántica.
Matías Moscardi y Andrés Gallina publicaron recientemente esta guía imperdible y en Bacap dialogamos con Matías para saber de qué trata:
– ¿Cómo y cuándo surgió la idea del libro?
– La idea del libro terminó de aparecer entre fines de 2021 y comienzos de 2022. Pero veníamos dándole vueltas al asunto desde hacía un año. Creo que el concepto de una guía apareció casi al final del proceso. El libro, inicialmente, se llamaba Maravillas de la Costa Atlántica. El total de textos funcionaban, de alguna manera, como una falsa guía que busca hacer un recorrido por elementos clave de la costa, desde cuestiones asociadas a la naturaleza (arena, olas, vientos, plantas, animales), vehículos como el trencito de la alegría y la banana inflable, puntos turísticos clásicos y no tan clásicos, misterios y rarezas, personajes, hasta los típicos souvenirs. Es como un recorrido por el espíritu de la Costa Atlántica, un viaje por su esencia.
– ¿Cómo fue trabajar en dupla y escribirlo?
– Nosotros ya teníamos esa experiencia porque publicamos, en 2016, el Diccionario de separación. De Amor a Zombie, por la editorial Eterna Cadencia. Ya teníamos una dinámica. Por otro lado, siempre pensamos que la escritura individual no existe, que escribir involucra muchas manos invisibles. Para terminar el libro hicimos un viaje desde San Clemente hasta Nueva Atlantis. En ese viaje, uno de los dos manejaba y el otro iba leyendo el libro en voz alta, pasando correcciones, tomando fotos. Es una imagen de nuestra dinámica para escribir juntos: uno maneja, el otro lee. Y después rotamos.
– ¿Qué representa la Costa Atlántica para ustedes?
– Nosotros nacimos y nos criamos en la Costa Atlántica. Esa familiaridad se palpita en el libro. Pero a la vez queríamos hacer emerger, como resorte, una extrañeza: mirar la Costa Atlántica como si no la conociéramos, como si fuera un lugar nuevo, incluso un lugar fantástico que hay que recrear de cero en la escritura. El punto de vista es el del entusiasmo por cada cosa, cada objeto, cada ser.
El libro tiene algo de la literatura de viajes, es como un cuaderno con todo lo que alguien se va encontrando en la Costa Atlántica, desde lo más chiquito a lo más grande. El narrador-guía es como una especie de coleccionista que arma la escenografía fundamental de la Costa Atlántica. A la vez, no hay criterios geográficos enteramente definidos. La Costa Atlántica que aparece es la del imaginario argentino, sin límites precisos. En un momento, decimos que la costa es multiversal. En ella conviven distintos universos que parecen inconciliables. El Trencito de la alegría sintetiza muy bien esto: Batman y Pepa Pig no podrían aparecer abrazados juntos salvo en la Costa Atlántica.
– ¿Cuánto tiempo les llevó recopilar información, investigar y detener la mirada en todo?
– Eso nos llevó casi dos años.
Guía maravillosa de la Costa atlántica: un formato distinto
– ¿Por qué eligieron el formato guía?
– El libro tiene algo vintage, noventoso por momentos. Nos gustaba la idea de una guía porque es un género ya descartado, en desuso, obsoleto. Toda la información para viajar está en Internet. Por eso, nos pareció interesante pensar una guía que tuviera una lógica literaria, poética. Nuestra Guía maravillosa pone el acento en el lenguaje, en lo que el lenguaje puede hacerle a un viaje y en las relaciones entre el lenguaje y el territorio. En este caso, buscamos imágenes, expresiones, palabras que activen en sí mismas un viaje a la Costa Atlántica, que la lectura sea una experiencia de viaje. En este sentido, la Guía maravillosa tiene algo de teletransportación porque apela a la memoria de esos viajes por la costa. Para un lector que nunca vino, nos gusta pensar que, después de leer el libro, es como si ya la conociera.
– ¿Qué parte es la que más les divirtió escribir?
– Hay varias partes del libro donde aparece el humor. Pero no creemos que sea un efecto directo del trabajo con el género humorístico. Es como si el humor fuera una onda expansiva, producto de la extrema seriedad y entusiasmo con el que el narrador-guía turístico va contando y analizando cada cosa. La entrada sobre el Trencito de la alegría, por ejemplo; o la entrada sobre el Paseo de las Estrellas; o las entradas donde aparecen el Patinador Sagrado, Norbert Degoas. En todas ellas, la gracia parece provenir de afuera, de la lógica propia que instalan en la escritura esos objetos o personajes.
– ¿Sirve para aprender sobre la ciudad o para quererla más?
– ¡Las dos cosas!
Desafíos
– ¿Qué desafío tiene esta guía ante la mirada del lector?
– La Guía maravillosa de la Costa atlántica propone, de alguna manera, en el fondo, repensar la Costa Atlántica. Si hay un desafío, es ese: volver sobre los clichés para desarmarlos. El cliché es solo un modo de ver las cosas. La mirada alucinada, maravillada, es un intento por disolver el cliché aplicándole el filtro de la poesía.
– ¿Qué se siente después de escribir un libro leer una reseña tan linda como la de Fabián Casas?
– Es muy loca la historia de la contratapa. Nosotros fuimos a visitar a Fabián, que es vecino de Andrés, para alcanzarle el libro en fotocopias y, si le gustaba, pedirle que escribiera la contratapa. Y ahí mismo, esa tarde, nos contó la historia que a su vez le contó su mamá, la historia de una ola gigante. Nos dijo algo así: “Mi mamá siempre me decía que yo existo porque ella un día que estaba en Mar del Plata no bajó a la playa y zafó de un tsunami”.
Pero él no sabía, en ese momento, si la historia era real o no. Creía que la había inventado su madre. Le dijimos que sí, que formaba parte del libro, que el tsunami fue en 1954. Fueron tres olas. No le daban las fechas: su mamá era demasiado chica para haber estado ahí. Y eso fue hermoso porque la veracidad del relato tambaleó sin perder piE. Por eso nos parece que la contratapa de Fabián en realidad forma parte del libro.