Roberto Luis Tagliabue está acusado de utilizar la Iglesia El Shaddai y un supuesto centro de rehabilitación de adicciones como pantallas para captar varones pobres y con consumo problemático de sustancias. Las víctimas eran privadas de su libertad, explotadas laboralmente y sometidas a falsos tratamientos médicos.
Por Limay Ameztoy
Este lunes 26 de mayo comienza en los tribunales federales de Mar del Plata el juicio oral contra Roberto Luis Tagliabue, pastor evangélico al que se acusa de trata de personas, explotación laboral, privación de la libertad y ejercicio ilegal de la medicina.
Según la Fiscalía, a cargo de Laura Mazzaferri, Tagliabue tendría montada desde 2001 una red que se aprovechaba de la situación de vulnerabilidad de varones en situación de pobreza, con consumo problemático de sustancias y, en muchos casos, en conflicto con la ley penal.
El religioso prometía a los jóvenes tratamientos de rehabilitación y contención espiritual, pero en lugar de ello los hacía trabajar sin paga en sus negocios -que incluían una red de venta ambulante, un minimercado y una forrajería-, se quedaba con la casi totalidad de las ganancias y les restringía todo contacto externo.
Desobiendica=cárcel
En el caso de los jóvenes en conflicto con la ley penal, la dependencia era aún mayor dado que el religioso era el referente social que permitía que se mantuvieran en libertad: en caso de desobedecerlo, corrían el riesgo de volver a la cárcel.
Hasta el momento de su detención en 2022, el imputado estaba a cargo del «Programa Cristiano de Rehabilitación de Adicciones (PCRA)», que funcionaba en Génova 8149 -barrio Pueyrredon- y era el principal administrador de la Iglesia Evangélica «El Shaddai», integrada a la Unión de las Asambleas de Dios.
Según se constartó durante los operativos ordenados por la Justicia, las instalaciones donde se desarrollaba el supuesto programa no estaban habilitadas como centro de rehabilitación ni contaban con personal médico.
Además, los jóvenes eran alojados en dependencias que “no tenían las mínimas condiciones de habitabilidad”, en condiciones de hacinamiento y con casi nulas medidas de seguridad e higiene.
Las víctimas de Tagliabue debían, además, ejercer como agentes de captación de otros individuos en condiciones de vulnerabilidad similares.
El caso -que se ventilará durante varias semanas en audiencias orales y públicas en la sede del TOF de Luro 2455-, refleja algunas de las características de las redes de trata de personas que esta columna viene visibilizando desde hace varias semanas.