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abril 26, 2024
Mariana Miceli, la primera abogada trans de Mar del Plata
Lo de Acá

«Ser trans es asumir una identidad que te atraviesa y que va a condicionar toda tu vida»

En el marco del Día Internacional del Orgullo, contar historias como la de Mariana Miceli, la primera abogada trans de Mar del Plata, se vuelve imprescindible. Retomar la carrera, la transición, el diploma y la búsqueda de justicia como “el faro hacia donde debemos dirigir nuestras acciones”.

Por Aldana Aren

“¿Me recibo y me tengo que poner traje y corbata?” Ese pensamiento asediaba la mente de Mariana Miceli en el año 2000, cuando le faltaban sólo dos materias para terminar su carrera en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Así que dejó todo y volvió a Goya, Corrientes, su ciudad natal. Casi 20 años después, retomó los estudios y en septiembre de 2020 se convirtió en la primera abogada matriculada trans de Mar del Plata.

Ante la pregunta de qué le gustaría contar a ella de su propia historia, destaca sin dudar “todo lo que ha cambiado desde la época en que yo comencé mi transición”, y con esto se refiere principalmente a la “multiplicidad de leyes que hace que la transición de una persona trans sea mucho más fácil”. Por supuesto, sin soslayar “las dificultades que aún subsisten y son muchas”.

Es que, claro, en las dos décadas en las que ella estuvo fuera de la Universidad, cambiaron algunas cosas en materia de derechos para la comunidad LGTB+: una Ley de Matrimonio Igualitario (2010), una Ley de Identidad de Género (2012) y una Ley Provincial de Cupo Laboral Travesti Trans (2015), a las que se sumó en la última semana la «Ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero ‘Diana Sacayán – Lohana Berkins”. Sólo por nombrar algunas.

La mirada de Mariana está atravesada por su carrera y su pasión: el derecho, la idea de justicia “como el faro hacia donde debemos dirigir nuestras acciones”. Pero también en su testimonio está el recorrido de una mujer trans; de una mujer trans que viene “del Interior del Interior”, como se refiere a su ciudad natal Goya, en Corrientes.

– Concretamente, ¿en qué pensás cuando hablás de avances respecto de la época en la que vos hiciste tu transición?

– Yo noto una gran diferencia, un gran avance, entre lo que significó para mi transicionar, autopercibirme en el género con el que siempre me sentí identificada hace 20 años atrás, con respecto ahora. En cuanto a relato, te podría decir que yo vengo del Interior del Interior, de una ciudad de Corrientes, Goya, y soy una persona de 44 años así que en mi adolescencia todo lo que tenía que ver con ser trans era bastante marginal. Se asociaba lo trans a lo prohibido. Hoy también, pese a todo el avance, pero con respecto a esa época yo noto un progreso. En esa época era todo peor, no había Ley de Identidad de Género, no había protección con respecto a la salud. Si deseábamos un proceso de hormonización lo teníamos que hacer de manera casi clandestina, así que claro que fue difícil desde todo punto de vista. Las luchas fueron múltiples y en todos los frentes. Con mi familia fue conflictivo el hecho de revelar mi identidad. Fue totalmente disruptivo, no sé si se lo esperaban o no pero no estaba dentro de las expectativas familiares. 

Entre acá y allá

– ¿Cómo fue el recorrido entre Goya y Mar del Plata?

– Terminé el secundario en Goya y me vine acá a estudiar Derecho. Hice casi toda mi carrera, cinco años y medio, hasta el 2000/2001 que me quedaron dos materias pendientes y ahí sucedieron varios hechos, la crisis económica, el fallecimiento de mi papá, varias cosas que hicieron que yo vuelva a Goya. Y cuando volví, empecé a cuestionar un montón de cosas que me pasaban en mi interior. Al año y medio regresé a Mar del Plata, busqué trabajo de otra cosa. Trabajé en un estudio de fotografía, en un estudio jurídico, profesora de inglés. No se me pasaba por la cabeza concluir mi carrera, dar esas dos materias.

– ¿Por qué?

– Porque yo decía «¿me recibo y me tengo que poner un traje y una corbata?» y era muy alejado a lo que yo quería. Y ahí me empecé a dar cuenta porqué postergaba tanto esas dos materias que me quedaban. Después de haber hecho una carrera en tiempos muy buenos. Ya a los 21 años tenía casi toda la carrera hecha. 

El tiempo fue pasando y cuando cumplí 40, hace 4 años, me propuse terminar la carrera, dar estas dos materias. Las rendí, las aprobé y acá estoy siendo abogada. Pero obviamente que estas dos materias las di como Mariana. El 90% de la carrera la hice con mi identidad de género anterior. Después abandoné, hice mi transición y cuando regresé a la facultad ya regresé con mi identidad de género autopercibida. 

Así que claro que fue un logro para mí, fue como una realización doble. Para la mayoría de la gente terminar una carrera es importante, para mí fue un sello identitario también. Fue algo muy fuerte desde lo simbólico. 

Transición

– Mencionabas tu ciudad natal, Goya, en Corrientes. La ciudad más grande te permite el anonimato, no estar tan expueste, siendo tan observade, a diferencia de los lugares más pequeños, como Goya. Pensándolo desde este lugar, ¿cómo fue tu paso por ahí?

– Fue difícil. Cuando empecé a transicionar cada vez iba menos. Empecé a ir dos veces por año, en julio y diciembre. Y el último tiempo cuando mis cambios físicos ya eran más ostensibles iba solamente en diciembre para las fiestas y el 2 de enero me estaba volviendo. Y aparte trataba de disimular lo indisimulable, porque trataba de que no se notaran ciertos cambios que ya eran muy visibles y que hacían evidenciar una identidad que estaba aflorando. Claro que fue difícil, porque mi casa en Goya es donde nací, donde me crié. Mis vecinos son mis vecinos de siempre. Y cuando me saludaban, lo hacían con mi nombre anterior. Es dificilísimo. Es bastante tortuoso empezar uno por uno, si bien yo no tengo porqué explicarles, también es cierto que te conocen, es difícil ponerme a explicar «Mirá que yo inicié un cambio de género…». Acá, como vos decís, yo me sentía liberada y relevada y no tenía que dar ningún tipo de explicación. Me sentía totalmente libre y podía discurrir con mi identidad con total libertad. 

– ¿Te sentís una privilegiada por acceder a la educación o no haber tenido que trabajar en la prostitución?

– Sí, es un privilegio de hecho, no de derecho. Porque la verdad es que si uno tiene derechos que las demás personas no tienen, eso no es un derecho. Es un privilegio. Creo que esa definición es muy clara. Y claramente yo tuve la fortuna y la posibilidad de poder estudiar. De no tener que prostituirme para sobrevivir, de tener una red de contención tanto de amigos como de familia, porque si bien mi familia no es que aplaudía mi cambio, nunca cortamos los vínculos. Entonces todo eso hizo que mi trayectoria de vida con algunos impases y algún zigzagueo pudo ir en el sentido de mis metas y del cumplimiento de mis objetivos. La verdad que sí, puedo decir que me siento… no sé si privilegiada, buscaría otro adjetivo. Dichosa, sí. Porque lamentablemente la mayoría de mis compañeras no tienen ni tuvieron estas posibilidades que yo sí tuve. Porque no es que a las chicas trans no les guste estudiar. Las chicas trans no tienen posibilidad. ¿Qué ganas de ir a la facultad te van a dar cuando tenés que estar parada en una esquina hasta las 6 am para poder hacer dinero para comer? ¿Cómo vas a levantarte a las 8 de la mañana al otro día para ir a cursar?

Es un círculo que lo único que hace es excluirte más y más. Yo he tenido suerte o dicha en tener todos esos aspectos de contención. 

– ¿Cómo fue para vos tu red de contención durante la transición? 

– Los vínculos empezaron a surgir de múltiples lugares. De la facultad, de los trabajos que iba teniendo, de la vida. Iba conociendo gente como la mayoría y más en esa etapa, en los 20, donde uno conoce las amistades que se van construyendo y perduran a lo largo del tiempo. Realmente fueron mi contención para todo este proceso. Porque yo cuando lo identificaba tenía como un rechazo porque decía «bueno si ser trans es estar marginada, excluida, la verdad que no me estaría interesando mucho». Porque los modelos que en ese entonces se veían de las feminidades trans eran muy acotados. Si bien hoy en día lamentablemente la mayoría de mis compañeras mujeres trans siguen inmersas en el sistema prostituyente por carecer de oportunidades laborales, no porque quieran, en esa época era más marcado todavía. No había modelos para poder decir «me gustaría ser como tal chica, que es trans y es médica o hizo su carrera». No había un referente. Ojalá que cada vez haya más personas, más chicas trans que puedan correrse del lugar y correrse hacia adentro, no hacia afuera. Porque este sistema siempre nos corrió hacia afuera. Nos marginó. 

Porque si bien hay desempleo, en las personas trans es 10 veces mayor. La imposibilidad de acceso a la educación es mucho más marcada. Los medios para acceder al sistema sanitario también se dificultan un montón. Por el trato, porque antes a nosotras se nos maltrataba en el sistema de salud, se nos trataba con nuestra identidad masculina. Entonces ¿qué hacían las chicas trans? Directamente no iban, se hormonizaban solas, se ponían inyecciones entre ellas. Y eso devino en que la expectativa de vida de nuestro colectivo es tan bajo, de 35 o 40 años. Por estos factores que fueron confluyendo en una vida totalmente vulnerabilizada. Desde lo económico, la salud, lo educacional, las posibilidades laborales. Una vida penosa. 

Hoy se está intentando revertir. No significa que sea la panacea, pero vamos camino a eso. A corregir esta asimetría histórica. 

Cupo y más

– ¿Te considerás feminista?

– Sí

– ¿Y te das cuenta en qué momento reconociste que la lucha feminista era también la tuya?

– Creo que fue en mi caso muy tarde. No sé si es muy tarde, porque dicen que las cosas ocurren en el tiempo que deben ocurrir. Ni antes ni después. Pero me parece que, comparando con otras vivencias y trayectorias de vida donde los procesos ocurren mucho más prematuramente sí, siento que en mi caso fue lento. Porque yo soy también de dar muchas vueltas, de esperar. También forma parte de mi forma de ser. Yo estaba segura pero quería saber cómo iba a construir mi identidad. Cómo me iba a valer, cómo iba a encarar. Porque ser trans, y eso me gustaría dejar como mensaje, no es vestirse conforme al sexo o género opuesto y listo. Es mucho más profundo, es asumir una identidad y una forma de vida que te atraviesa y que va a condicionar toda tu vida, todos tus aspectos. 

No se puede decir ni que sea un capricho ni una moda, como muchos y muchas dicen. Es realmente un deseo profundo y es simplemente la voluntad de hacerse cargo de ese deseo. Así que cuando yo me hice cargo de ese deseo, de lo que me pasaba y lo que sentía, luego sentí la necesidad de ayudar y cooperar a otras causas de otras pares. Y en eso me reconozco feminista. En el hecho de bregar por la igualdad de los géneros. No por la supremacía de un género respecto del otro. Sino porque no hay esa jerarquía. Me parece que desde ahí viene mi entendimiento del feminismo. 

– Es inevitable hablar de la Ley de Cupo, que se acaba de aprobar en Senado. ¿Qué te parece que viene a sumar esta Ley? Desde tu mirada como militante, como mujer trans y como abogada también

– Es fundamental. Viene a amalgamar una serie de derechos que son fundamentales como el derecho al trabajo. Por eso se habla de Ley Integral, porque no es solamente la Ley de cupo. Es una Ley integral para personas trans que tiende a contemplar los derechos básicos que permitan una genuina inclusión de las personas trans en la sociedad. Y eso no se puede dar si no hay accesos y posibilidades concretas a un trabajo digno, a una vivienda digna, a la educación, a la salud, al empleo. Son cuestiones fundamentales que hacen a la construcción de la dignidad de las personas trans. Por eso es tan importante. 

Tenemos la Ley Provincial de Cupo, la 14.783 Diana Sacayán, quien tanto bregó por esta Ley y es la impulsora. Pero es provincial. Lo que hace esta Ley es amalgamar todos estos derechos que no son solamente los laborales sino todos estos otros que te comentaba y federalizarlos. Para que todas las personas trans, vivan en La Quiaca, en la Patagonia, en un pueblito alejado o en una gran ciudad, tengan las mismas oportunidades de acceso a estos derechos. Eso es lo que pretende y a lo que aspira esta Ley integral trans. Es otorgar estos derechos a todas las personas trans en todo el territorio de la república. Me parece fantástico y esperemos que salga lo antes posible. 

– Después de tantos años de dejar, decidiste retomar la carrera y la terminaste. ¿Por qué elegiste esa carrera? 

– Quizás sea una aspiración de búsqueda de justicia. De justicia como este ideal que es difícil de alcanzar, que es inasible, que es el faro hacia donde debemos dirigir nuestras acciones. Si bien se nos hace difícil concretar, creo que ese debería ser el norte por el que nos debemos conducir. Creo que fue esa necesidad de buscar en cada caso particular la aplicación de una resolución justa. Supongo que es eso y debe estar intrincado con mi historia de vida, con buscar algo desde el lugar de lo reparador, de lo restaurador. Porque hacer Justicia también es recomponer situaciones que intrínsecamente son injustas o son desiguales.

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