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abril 20, 2024
Elvis Café
Lo de Acá

El último Elvis: las segundas partes pueden ser mejores

En Bacap Noticias repasamos algunas de las anécdotas que ha dejado el mítico  Elvis Café de Mar del Plata con figuras de la música nacional e internacional.

Por Martín Zelaya

Como contamos en la primera parte de este especial Elvis Café marcó a generaciones de marplatenses que pudieron asistir en los 90´ y mediados del 2000. En esta segunda parte reviviremos algunas anécdotas que acontecieron en esa época y en el lugar que marcó a generaciones de marplatenses.

La Familia de Elvis

-¡Elvis está muerto!, grita Walter en el depósito del bar.

– ¿Ya puedo salir?, se escucha desde adentro de un estuche de guitarra.

– Si, dale. Ya se fueron, afirma Walter.

De la caja de una guitarra Yamaha, sale un adolescente y se ríe en complicidad con el dueño del lugar. El pibe que estaba escondido es Ariel “Boti” Maqueira, un chico que comenzó a trabajar con el dueño del bar, Walter Rúa, a los 14 años (1994). Por eso, cuando llegaba alguna inspección municipal al lugar, se escondía para no ser descubierto.

“Boti” empezó a trabajar en la cocina del lugar, ya más grande comenzó a atender en la barra y luego pasaría a encargarse del escenario, donde trabajaba con luces y sonido. 

Elvis Café

Ariel “Boti” Maqueira junto a Manuel Wirtz en la previa de un show en Elvis.

El vínculo con el lugar, venía de familia, ya que su mamá cocinaba, su padre se encargaba de tareas de mantenimiento y su hermana Wanda, era camarera en el local.

Las empanadas de mamá y Pappo Blue´s

Eva, la mamá de Boti tenía su especialidad culinaria: las empanadas. En una de las visitas de Pappo a  Elvis –solía tocar dos veces al mes-  el músico se enteró de dicha habilidad y decidió invitarse a la casa de los Maqueira, ubicada en el barrio Chauvin.

“No me olvido más de los 15 monos que cayeron a casa esa noche”, rememora el Boti. Entre ellos, estaban el baterista “Bolsa” González y el bajista Yulie Ruth.

“Me acuerdo que habíamos preparado una mesa para los músicos y otra para nosotros; la familia. Pappo llegó, y lo primero que hizo fue sentarse en la mesa familiar”, comenta Ariel.

Esa noche el Carpo se encargó de que el staff llegara en taxi y no en el legendario bus de gira que recorría las rutas. Hay quienes recordarán esa imagen de Elvis Café y el bondi estacionado en la puerta.

“El Carpo era un tipo muy gracioso y muy respetuoso. Fue un caballero con mi familia. Un personaje lindo”, recuerda con nostalgia Boti.

La cocina era un fuerte de la familia de Boti y de hecho su padre, quien realizaba tareas de mantenimiento en Elvis, solía ser el asador oficial de la banda de Pappo, cuando los músicos visitaban la ciudad.

Pappo y una entrada triunfal en Elvis Café
 
En uno de los shows que el Carpo dio en Elvis, sucedió una entrada épica del guitarrista al escenario. 

“Una vez me hizo traer un tablón al local, lo conseguí a través de un carpintero amigo y nunca le pregunté para qué era. Cuando llegó la hora del recital, se escucha un ruido de batería y entró con la Harley Davidson acelerando Pappo”, recuerda entre risas Walte Rúa. 

Elvis Café
Pappo, “Elvis” y Rúa.

Esa noche, la máquina de humo no hizo falta en el lugar ya que Pappo se había adelantado al show con su propuesta motoquera. Era conocido el fanatismo por “los fierros” del virtuoso guitarrista, quien llegó a actuar en televisión (1997) en una serie de Pol-ka, junto a Araceli González donde se narraba una historia de amor en el automovilismo deportivo.

Charly García, su amor por Elvis y el día que tocó con Rubén Juárez

Charly paraba en Elvis directamente, era un integrante más de esa gran familia. Una anécdota que muestra el trato y la confianza que tenía Charly con sus amigos marplatenses es una historia que lo tiene como protagonista a él, al reconocido bandoneonista y cantante, Rubén Juárez y un pedido especial.

Elvis Café
Charly García en acción.

 

Una tarde, Walter Rúa estaba comiendo en un local de la calle Olavarría y se presentaba Juárez en el lugar, minutos antes, suena el teléfono de Walter, era Charly:
 
–       Hola, ¿dónde estás?, con su voz inconfundible pregunta García
–       Estoy acá comiendo con un amigo ¿Querés venir?, le dice Walter
–       Bueno, voy pero si me preparan una milanesa con huevo frito donde pueda mojar el pan, exige Charly.
–       Bueno, dice Walter.
 
Al cortar, el mentor de Elvis Café habla con el dueño del lugar donde se encontraban y le comentó la solicitud especial de un amigo que iba a ir, nunca se mencionó quién era el visitante.

Al llegar al lugar, obviamente que el músico revolucionó el lugar y terminó en el escenario junto a Juárez. Juntos interpretaron “Los Dinosaurios”. Este vínculo ya tenía antecedentes musicales, por eso no sorprendió a algunos presentes.

En este video, sobre le final, puede observarse a Rubén Juárez junto a Charly en un recital y un detrás de escena memorable, interpretando el tango “Sur”.

El bombín de Sabina

En una de las presentaciones de Joaquín Sabina en el Polideportivo, Walter Rúa fue contactado por el bombín (sombrero) que utilizaba en sus shows tributo, ya que el músico español siempre requería un vestuario de repuesto para sus conciertos.

Recordemos que Rúa ha hecho una carrera a nivel local gracias al repertorio del músico español, donde se presentó y continúa presentándose interpretando canciones del artista, por distintos lugares de la ciudad y la región. “No me lo vayan a perder”, dijo Rúa y lo prestó a la organización del evento.

El músico y empresario marplatense fue invitado para visitar a Sabina, en el post show. “En ese momento no quería ir, me negaba”, comenta Rúa. El mismísimo Pancho Varona, compositor de parte de la obra del artista español y compañero de ruta musical de Joaquín, se presentó en persona -mientras de fondo sonaba Patricio Rey a cargo de “Mala Sangre”-, para invitar a Rúa y conociera a Sabina en persona.

El temor del marplatense de conocer a quien rendía tributo, era el miedo a ser rechazado Sin embargo, sucedería todo lo contrario.

Convencido por sus amigos, Walter Rúa accedió a la invitación y se dirigió, después del recital, a conocer al artista español.

La escena transcurre en los eternos pasillos del Polideportivo Islas Malvinas, Walter queda estático ante una sombra que está perfectamente definida: es Sabina entrando a su camarín y por detrás, el resto de la banda se mete en otro sector.

En un impulso, Walter camina hacia esa zona e ingresa. Allí está Sabina,  se acerca y lo saluda. Al presentarse, el músico español le agradece por “propagar” su música. 

  • Te pido si me puedes dejar el bombín, comenta Joaquín. 
  • Ya lo tengo al mío. Ese es el tuyo, aclara Walter.
  • Entonces voy a tu casa y te llevo el mío, le afirmó el español.
  • En la misma noche, Sabina se hizo tiempo para recibir un reconocimiento, fue a cenar a la zona de Plaza del Agua y a visitar Elvis Café. 

Eran las 3 de la mañana y el artista internacional llegó acompañado de su actual esposa, la fotógrafa peruana Jimena Coronado. “Cuando los vi, no lo podía creer”, comenta Walter.

La primera imagen con los músicos fue muy fuerte, no solo por lo que significaba la foto dentro del lugar, sino porque en la barra ya se agarraban la cabeza por el costo que esto representaría para la noche. 

“La gente no entendía nada, yo tampoco había avisado y el remate de la noche fue cuando se acercó y de rodillas, como un caballero de la realeza, me entregó su bombín”, recuerda con emoción el dueño de Elvis.

Dueños del escenario en ese show inolvidable.

Esa noche, Sabina y Rúa tocaron 12 temas juntos para los afortunados que estaban presentes. El show se extendió hasta la madrugada y cuando finalizó, alrededor de las 6 de la mañana hubo una discusión:

  • Bueno colega tengo que pagarte la cuenta, dice Sabina.
  • Imposible, no puedo cobrarte, contesta Rúa.
  • Si tu no me cobras, el año que viene te vas a fundir, explicó el músico español.

Tal fue la insistencia del invitado en pagar, que finalmente abonó la totalidad de la cuenta de Elvis Café.

 

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