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abril 19, 2024
Boceto del tigre dientes de sable sudamericano (Smilodon populator), de Carlos Montefusco.
Lo de Acá

El paleoartista que recrea los animales prehistóricos de la región de Mar del Plata

Carlos Montefusco dibuja en sus trabajos la megafauna que habitó esta zona en el pasado y realiza aportes a los paleontólogos del Museo Scaglia. 

Por Agustín Casa

“El paleoarte es la única manera de hacer una ventana al pasado para que el gran público se entere de toda esa maravilla biológica que existió alguna vez en el mismo suelo que pisamos”, describe a Bacap el paleoartista y pintor costumbrista Carlos Montefusco.

En su caso, la ventana que abre muestra el pasado de esta región: Montefusco dibuja los animales prehistóricos que habitaron en la zona de Mar del Plata y la llanura pampeana en general. Y realiza aportes a los paleontólogos del Museo Scaglia de esta ciudad.

“A los que hacemos paleoarte, y a los paleontólogos también, nos encantaría tener un ratito la máquina del tiempo y ver cuánto hemos acertado con nuestra imaginación”, reconoce el artista.

A través de su criterio artístico, y con el asesoramiento técnico de los paleontólogos, los paleoartistas intentan recrear, según la evidencia disponible, cómo fueron en vida los animales prehistóricos y cómo era el ambiente que habitaban.

“Es un desafío –asegura– porque uno lo quiere hacer de la manera más fiel posible. Pero también tengo el interés de la difusión. Y a través de la imagen, esa información llega mucho más rápido. El paleoarte tiene esa gran ventaja y esa gran fuerza de poder en pocos segundos transmitir mucha información”.

Carlos Montefusco
Cabeza de gliptodonte (Noesclerocalyptus). Imagen: Carlos Montefusco.

De algún modo, los paleoartistas complementan el trabajo realizado por los paleontólogos. Estos investigan y realizan hallazgos muchas veces novedosos e importantes, y los artistas son los encargados de reconstruir cómo habría sido ese animal prehistórico en vida. 

“El respaldo de paleontólogos profesionales con una vasta experiencia ayuda a darle forma al animal que uno quiere recrear. Además, constantemente hay nuevos descubrimientos que te van dando idea de cómo era la vida de esos animales y podés ir perfeccionando las imágenes”, destaca. 

Asimismo, el artista resalta que “el trabajo es muy divertido porque hay una charla previa y después un seguimiento por parte del científico de los bocetos que uno va haciendo”. 

Los animales que más disfruta representar son los que conforman la megafauna que vivió en la región pampeana durante el Pleistoceno –período que se extendió desde hace 2,58 millones de años hasta hace 12.000 años aproximadamente–, como tigres dientes de sable sudamericanos, osos de la llanura y mastodontes. Y por estos días se encuentra cautivado por dos caballos prehistóricos, el Hippidion y el Amerhippus, que vivieron en la última etapa del Pleistoceno.

El interés de Montefusco por los animales prehistóricos es tal que se anotó para estudiar una tecnicatura en Paleontología, pero su pasión por la temática no es nueva.

De los dinosaurios a la megafauna de la región

A los 7 años, en su Avellaneda natal, Montefusco ya tenía un gran interés por los dinosaurios. Sus padres le habían comprado libros de la temática con ilustraciones del reconocido paleoartista estadounidense Charles R. Knight. Y se inspiró en esas imágenes, en muñecos de dinosaurios y en películas como King Kong para hacer sus primeros dibujos.

Más adelante, entre los 8 y los 10 años, descubrió los grandes mamíferos que vivieron durante el Pleistoceno en la región pampeana. Ese hallazgo se produjo en sus visitas al Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires. Montefusco llevaba un cuaderno y un lápiz y dibuja los animales que veía representados en el museo.

“Para mí era una felicidad. Me explotaba la cabeza al ver los fósiles y también las láminas que estaban expuestas junto a los restos para que uno tuviera idea de cómo eran en vida”, rememora y agrega: “La primera información fiel que tuve fue la que vi en el museo porque veía las reconstrucciones de los esqueletos, los fósiles y, en base a eso, volaba mi imaginación. También veía las representaciones y comparaba esos bichos con animales actuales”. 

Carlos Montefusco.

Luego, durante su adolescencia se informó más sobre los animales prehistóricos a partir de publicaciones especializadas. “La megafauna no era una temática que le llegara al gran público. Pero a mí me apasionaba porque imaginar que esos animales habían estado en el mismo lugar donde uno vive, me producía más emoción y más interés”, recuerda.

De adulto comenzó a hablar sobre estos animales prehistóricos con paleontólogos y tomó nota de datos que le permitieron perfeccionar sus ilustraciones y acercarlas a lo que sabe la ciencia sobre la fauna que habitó esta región en el pasado. 

Carlos Montesfuco y la pintura costumbrista

Si bien desde niño tuvo interés por el arte y dibujaba por gusto personal, no tomó clases hasta a los 17 años. Mientras terminaba la secundaria, inició un curso de dibujo publicitario en una academia. Sin embargo, debió dejar esa formación para realizar el servicio militar en la provincia de Santa Cruz. A su regreso, asistió a clases en la academia del humorista gráfico Carlos Garaycochea.

Más tarde, Montefusco se recibió de ingeniero zootecnista en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. A los 28 años, dejó Avellaneda y se mudó al sur de Córdoba para dedicarse a trabajar en el campo. Luego se radicó en la zona de la cuenca del río Salado. 

Fue mientras ejercía su profesión en el campo que conoció la cultura rural. “Empecé a conocer el paisaje –relata–. Comencé a ver las barrancas de un arroyo, cómo eran los pajonales, y siempre busqué restos de ese paisaje antiguo que, si bien lo estaba viendo, también pudo haber sido compartido por los animales de hace un millón de años o los primeros hombres que llegaron a la llanura hace 10.000 o 14.000 años”. 

El arte costumbrista lo sedujo por la posibilidad de representar a las comunidades que habitaron en el campo. “Hago una investigación, lo cual me divierte mucho, sobre cómo eran los usos y costumbres, cómo era la ropa, qué tipo de caballos había en esa época, cómo era el paisaje, cómo eran las construcciones rurales de la época y lo relaciono también con los materiales que eran accesibles y las influencias culturales que podría tener la gente de campo en esa época”.

Montefusco comenzó su recorrido artístico cuando conoció al artista costumbrista Gustavo Solari. Empezó a exhibir sus obras en galerías de arte de Buenos Aires y dividía su rutina entre su faceta como pintor y la otra como ingeniero zootecnista en el campo. 

Una de las inspiraciones más grandes que yo tenía para buscar la temática de mis cuadros era el Martín Fierro. Lo había leído de adolescente. Me había interesado mucho. Y cada vez que lo volvía a releer, descubría nuevas cosas, me daba nuevos aportes”, describe y añade: “Soñaba algún día con ilustrar este libro”.

Y el sueño se le cumplió. En 2014, fue convocado por el diario La Nación para participar con sus dibujos de una versión ilustrada de El gaucho Martín Fierro, obra publicada por José Hernández en 1872. Cada fascículo de la colección está compuesto por entre 15 y 20 ilustraciones de Montefusco. “Fue un gusto enorme y, además, fue una linda tarea que me demandó un año entero de trabajo”, subraya. 

Cuando iniciaba su carrera artística, Carlos Montefusco se instaló en Tandil, donde vive actualmente. Tiene un caballo y suele cabalgar para despejarse. Y dedica su tiempo a la pintura costumbrista y al paleoarte.

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