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mayo 1, 2024
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La inspiradora historia del marplatense Diego Antl: “Jugar al rugby en Italia me salvó la vida”

El marplatense Diego Antl está instalado en Parma, armó una exitosa carrera como jugador de rugby, integró la selección italiana de Seven y quiere seguir en el exterior, aunque Mar del Plata está literalmente tatuada en su cuerpo.

Por Florencia Cordero

Vivió una situación límite en su adolescencia y supo salir adelante gracias al deporte y los valores que le enseñaron en su club. Hace 10 años que es rugbier profesional en Europa y dice que no piensa volver a Argentina, pero tiene tatuada la Escollera Norte en las costillas.

El marplatense Diego Antl está instalado en Parma, armó una exitosa carrera como jugador de rugby, integró la selección italiana de Seven y quiere seguir en el exterior. Por su particular experiencia de vida, cambió su forma de pensar y encarar el día a día desde una mirada reflexiva.     

«A los 17 años se me prendió fuego la casa en Mar del Plata. Estaba con mis amigos y me llamaron a las 12 de la noche para decirme lo que había pasado. Pensé que era una broma. Llegamos a mi casa y estaba todo prendido fuego. Eso me marcó mucho. Fue como el año cero para mí. La familia de mi club, Comercial, y mis amigos de la camada 90 me ayudaron un montón para salir de ese momento», contó Diego desde Italia para poner en perspectiva el hecho que cambió su manera de ver las cosas.

La partida

El incendio fue en 2007 y la oportunidad de emigrar llegó varios años después: «A Italia me fui en 2013. Tuve un tiempo para buscarme un trabajo y empezar de cero, solito, ya estaba llegando al límite y vino la oportunidad del rugby. Llegó la llamada de El Ángel Felipe», comentó con una sonrisa en referencia a un amigo del rugby que le contó de una propuesta para irse a jugar a Italia. 

«Me llamó un amigo, Felipe Robles, que se iba a Italia, y me dijo que necesitaban a uno con mi perfil. En 10 días estaba haciendo las valijas para irme a Italia. Una locura. Buscaban a alguien que pueda cubrir más de un puesto, un poco vivo, que pueda manejar los hilos del equipo. Yo tenía 23 años. Me dejás en el medio de la selva y me las arreglo. Es un punto de supervivencia que siempre tuve. Me fui a otro país sin saber nada del idioma. Llegué a Italia con Felipe, vivíamos juntos. Te daban la casa, el auto, los pasajes y un sueldo. Tuve la suerte de haber tenido a Felipe a mi lado y fue todo más fácil», reconoció Antl a pesar de sentirse confundido aquellos primeros días cuando todos le decían «Ciao» (hola en italiano) y él creía que lo estaban despidiendo con un «Chau» cuando apenas estaba llegando.   

«Mar del Plata está en mi corazón y tatuada en la piel. Me acuerdo que estaban las torres de Pelli en construcción y me tatué hasta las grúas. Es mi lugar en el mundo.

«Antes de que pasara lo de mi casa, proyectaba mi vida. Después empecé a vivir el día a día. El idioma lo fui aprendiendo. Empecé a leer los diarios, ir al cine en idioma original con subtítulos y en dos o tres meses podía tener una conversación fluida. Llegamos a Brescia, a 50 minutos de Milán, con el bolsito y los botines. Uno no ve la hora de entrenarse. Al otro día estábamos en el club haciéndonos ver. Tuvimos un amistoso, tenía mucho miedo y unas ganas de demostrar increíbles. Habré metido 3 o 4 tries y me sentí muy bien», rememoró con cierta nostalgia y algo de satisfacción.

Los comienzos

Y recordando esos primeros tiempos, reflexionó: «Nunca me imaginé que iba a estar 10 años jugando al rugby en el exterior. Juego desde que tengo 4 años, pero mi experiencia en Italia se inició por una de esas casualidades de la vida. Estuve primero un año y volví a Argentina. Trabajé tres meses hasta que Piacenza me hizo una linda oferta y me fui. Ahí dije: ´No vuelvo más´. Estuve 3 años sin volver a Argentina. Desde que me fui de Argentina nunca tuve la idea de volver. Me salvó la vida venir a Italia por todo lo que me había pasado con la casa. Mi empeño fue el doble para poder quedarme».

El buen camino recorrido en el deporte fue abriendo otras puertas y así fue que Diego Antl se convirtió en jugador de la selección italiana de Seven. «Pasé a ser elegible para el seleccionado. Entré a la selección de Italia Seven en 2015. Todos los veranos hay torneos de Seven para viajar por toda Europa. Junio y julio -que eran mis vacaciones- los usaba para jugar con Italia. Hasta pude viajar a Sudamérica representando a Italia. Estoy abierto a lo que la vida me prepare. Por un lado, sentía un poco de impotencia porque para llegar a cierto nivel me tuve que ir del país. En mi época, el tema de selecciones era difícil desde Mar del Plata. Por eso me había ido a La Plata para hacerme ver. En 3 años en Italia, me llegó. En Argentina no se dio. Con los mismos valores que mi club me dio, encaré la experiencia de representar la camiseta italiana como profesional», comentó.

Guiado por las enseñanzas de su adolescencia en Mar del Plata, Diego ahondó sobre esos conceptos clave que lo marcaron al afirmar que «cada uno que se mete en la camiseta de un seleccionado representa a la familia, los amigos, al club, al veterano y al más chico de todos. Es representar a todo tu círculo de tu club y personal. Fuimos a Uruguay, mi viejo me fue a ver, agarró el auto a Buenos Aires desde Mar del Plata y se tomó el Buquebus. Eran dos etapas para clasificar a la World Series. Fue raro porque era todo en español, pero yo representaba a Italia. Me tocó ser capitán. Muy buena experiencia».

Y no sólo disfrutó de ser parte de una selección nacional. También salió campeón en Rovigo y logró hacerse un nombre en el ambiente. «No me puedo quejar de la carrera que hice. Soy bastante profesional y competitivo. Me cuesta reconocer las cosas que hice bien. Me lo dicen mis amigos. Es emocionante porque nunca me imaginé llegar a 10 años jugando al rugby en Italia. Es una causalidad, no es casualidad. Con el tiempo lo entendés. La suerte es amiga de la acción», sentenció.

Mar del Plata tatuada en la piel

Motivado por los sentimientos de amistad en la adolescencia con esos vínculos que pareciera que sólo se generan en Argentina, Diego Antl decidió dejar marcado en su cuerpo un recuerdo vívido de aquellos años inolvidables frente al mar: «Tengo tatuada la Escollera Norte en las costillas. Una mañana estaba en Mardel y me saqué una foto de lo que era nuestro point con mis amigos cuando íbamos a tomar mate en la Escollera Norte. Mar del Plata está en mi corazón y tatuada en la piel. Me acuerdo que estaban las torres de Pelli en construcción y me tatué hasta las grúas. Es mi lugar en el mundo. Ese lugar en la escollera, me marcó. El argentino es una raza única. Viajé mucho por acá y ya lo ves al argentino cuando llega. Cómo se mueve, cómo pide las cosas, cómo está vestido. Somos muy familieros. En Italia son más cuadrados. Les cuesta entender lo expansivos que somos los argentinos».

Viajando de ciudad en ciudad en Italia, la vida le fue dando nuevos amigos. Llegó a Brescia en 2013, pasó a Piacenza en 2014, volvió a Brescia para jugar Serie A (2015-2017), fue a Roma para jugar en Primera en Lazio (2018) y salió campeón en Rovigo en 2019 donde pasó tres años con pandemia incluida. También jugó en Reggio Emilia y hoy sigue en Colorno, Parma. «Cuando cambiás tanto de ciudades, pasás momentos felices y tristes con ciertas personas que son como hermanos porque pasás todo el día entrenando y haciendo cosas. Abandonar a esa gente cuesta un montón. Hay que soltar para seguir adelante, como dice mi hermana. Es como querer volar con piedras en los bolsillos. Hay que tirar las piedritas. Es duro dejar atrás amigos, pero siempre estoy en contacto. Si tengo tiempo libre viajo a visitarlos. Trato de alimentar las amistades», admitió.

Los valores del club, una enseñanza para toda la vida

«El club es tu segunda casa, cualquier problema que tengas vas a tener un amigo, un hermano. Los amigos de Comercial son para toda la vida. Familia, transparencia, son las bases para hacer crecer a los chicos de hoy. Siempre me acuerdo de una frase que nos decía Mario Miracco a los 15 años: ´Muchachos, denme soluciones, no me creen más problemas´. Lo que pienso hoy es que si un problema tiene solución no puede llamarse problema. Y me acuerdo de la frase de Mario Miracco. Son cosas que te marcan para toda la vida», comentó Diego sobre aquellos formadores que dejan huella.

«Cuando vuelvo al club siento que hay que abrazarse y es como que no hubieran pasado tantos años»

En ese sentido, profundizó: «Cuando vuelvo al club siento que hay que abrazarse y es como que no hubieran pasado tantos años. Soy un agradecido también a Pueyrredon y Biguá, donde jugaba mi papá. Los fui siguiendo hasta los 15 años. Después elegí Comercial que me abrazó y me hizo un miembro más de la familia ´celeste´. Tengo 33 años y en un deporte tan físico sé que algún día se termina. Ellos son mi motor para seguir adelante, lo pienso todos los días».

 Vivir el presente sin exceso de futuro 

No sólo enfocado en la ovalada, Antl se interesó por otras cuestiones más profundas que pueden ser también una salida laboral. Al respecto, detalló: «Tuve la suerte de trabajar con un psicólogo deportivo en la selección de Italia. Hice Masters en Psicología Deportiva. Empecé a hacer meditación, no más de 10 minutos, y ver cómo fue el día. Preguntarte del 1 al 10 y tratar de mejorar al otro día. Desde que estoy tomando el café estoy pensando cómo voy a afrontar el día. Si me levanto de mal humor, trato de encontrar mis herramientas para ir al club con una sonrisa y no contagiar la mala onda, rodearme de gente positiva. A la noche hacer el resumen del día. Pensar que mañana será otro día y puede ser mejor. Desde muy chico tenía exceso de futuro y me llevé varios cachetazos”. 

“Soy un afortunado de poder trabajar de lo que más me gusta. Aprovecho cada minuto porque esto no va a ser para toda la vida. Hay fecha de vencimiento para el profesional. Estoy haciendo los cursos de la Federación Italiana como entrenador para tener una base. Llevo una vida en este deporte, siempre actualizándome. Volver a Argentina solo de visita. Después de tantos años acá ya instalado tendría que ser por algo drástico. Cuando estás bien en un lugar y ves las oportunidades, pensás en tratar de esforzarte para quedarte», comentó.

Y agregó: «Cuando vuelvo tengo sentimientos encontrados. La vez anterior me sentí turista en mi propia ciudad. La gente va cambiando. Vos te vas en un punto y cuando volvés pasaron muchas cosas. No volvés al mismo punto. Uno tiene que ser un camaleón y adaptarse a esas situaciones», analizó sobre esa sensación tan particular de volver a un tiempo que ya no es».

Emigrar como una opción posible

Por su experiencia en el exterior, es palabra autorizada como referencia para los más jóvenes que buscan un futuro lejos de Argentina: «El primer consejo que doy a quienes quieran irse es que hagan el árbol genealógico para el pasaporte italiano. Eso le puede abrir puertas hacia el futuro. Se dice que el tren pasa una vez, para mí pasa siempre, pero hay que estar preparado para saber subirse a ese tren. La clave es no bajar los brazos nunca y pelear por el sueño. Si no llega en el momento que uno lo quiere, es porque no era el momento. Hay cosas que yo pedía hace 5 años y después te olvidás y me están pasando ahora. Era el momento. Estoy maduro y tenía que pasar. Hay que estar preparado y nunca bajar los brazos. Me costaba mucho pedir ayuda, por vergüenza. Pedir ayuda no le hace mal a nadie».

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