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abril 24, 2024
Comer y Beber

Mar del Plata, cuna de los vinos del Atlántico Sur

La ciudad no sólo es playa, turismo, pesca, alfajores, medialunas y buena gastronomía. En 2012 se conocieron los primeros vinos elaborados en suelos de la costa atlántica y, desde entonces, la producción crece y se extiende. Los vinos marplatenses ganaron reconocimiento internacional. Y se incluyó el enoturismo como un atractivo más que ofrece la ciudad.

por Hugo Palavecino

Elaborar vinos en Mar del Plata parecía solo un sueño hasta no hace muchos años atrás. Más allá de algunos intentos que sólo quedaron en eso, pocos imaginaban ver viñedos plantados en la zona. Salvo el empresario Jorge Estrada Mora, que allá por 2008, copa de por medio en la estancia Santa Isabel, le propuso a Daniel Pi -jefe de enología del Grupo Peñaflor- producir vinos en Mar del Plata: «Si los grandes viñedos del mundo se encuentran frente al mar, ¿por qué no intentar?«, y  pusieron manos a la obra.

Emprender un proyecto donde no hay nada es todo un desafío, y mucho más en una zona con suelos completamente diferentes a los de Mendoza, San Juan o Salta, las principales regiones productoras del país, sin olvidar el clima.

Además, un viñedo en una zona marítima, en ese entonces, era algo extraño de ver en Argentina pero no en otros países, como Francia, Nueva Zelanda y Australia, tres productores importantes a nivel mundial.

Estrada Mora puso a disposición 10 hectáreas dentro de la estancia Santa Isabel -fundada en 1888 y ubicada en la zona de Chapadamalal– y Pi junto al ingeniero agrónomo Marcelo Belmonte pusieron manos a la obra. La idea en un principio era elaborar solo Pinot Noir, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Las primeras dos cepas servirían como base para producir un espumante y la restante se utilizaría en un vino para acompañar un buen pescado y otros frutos de mar, tan característicos de la gastronomía local. Sin embargo, decidieron sumar otras variedades como Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc, Gewürztraminer y Riesling, con el fin de probar las características del terruño y ver cuál era su potencial.

Primera vendimia

La primera vendimia en 2012 fue un éxito, alcanzando los 20 mil litros. Sirvió para conocer el rinde y las calidades de cada una de las variedades. Sorprendieron el Chardonnay (bastante aromático, con una nota de mineralidad bastante fuerte y una acidez muy fresca) y el Pinot Noir (con leve nota de cereza madura, algo de pasa y aromas terrosos), al igual que el Merlot (el más productivo), el Riesling y el Gewürztraminer, pero no tanto el Sauvignon Blanc (al que le costó alcanzar su mejor expresión). El resto de las uvas tintas, Malbec, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, pasaron el primer filtro pero generaban dudas por su largo ciclo de maduración.

Ese primer año la fruta fue llevada a la bodega Trapiche, en Mendoza, donde se elaboran los vinos pero no se comercializaron.

Primera añada

La primera añada en salir al mercado fue la 2013, bajo el nombre Silos, ya elaborada dentro del predio de la estancia Santa Isabel y con el enólogo Ezequiel Ortego al frente del proyecto, siempre con el asesoramiento y dirección de Pi y Belmonte. Fueron cuatro etiquetas las primeras en ver la luz: Sauvignon Blanc, Pinot Noir, un Blend de Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, y un Blend de Riesling (80%) y Gewurztraminer (20%). El Chardonnay y otra partida de Pinot Noir, en tanto, pasaron varios meses más en barricas francesas de primer uso. Y fueron muy recibidos por la crítica y los consumidores.

Con el tiempo los vinos pasaron a llamarse Mar y Pampa y luego Costa y Pampa, su actual denominación, e hicieron su presentación en sociedad los espumantes (Extra Brut -75% Chardonnay y 25% Pinot Noir- y Brut Rosé -80% Pinot Noir y 20% Chardonnay), elaborados por método champenoise con un año de crianza sobre borras.

El Chardonnay de Costa y Pampa y el tirado de Lo de Fran, acompañantes ideales para un almuerzo o cena. Foto: Mauricio Arduin.

También hubo novedades en el viñedo de Santa Isabel, donde se sumaron más hectáreas para la producción hasta alcanzar las 27,2, y se implantaron otras variedades como Albariño, Pinot Gris, Pinot Meunier, Pinot Blanco, Chenin Blanc y -en los últimos días- Mencía, a la vez que dejaron de estar el Malbec, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc (no pasaron de la tercera vendimia). Y se sumó un viñedo de 6 hectáreas en la zona de Barranca de Los Lobos, donde se plantó más Chardonnay y Albariño.

Características de los vinos de Mar del Plata

Los vinos de Costa & Pampa se destacan por tener una acidez bastante marcada, producto del clima fresco de Chapadmalal. Tienen una baja graduación alcohólica, en particular las variedades blancas que oscilan entre los 12 y 13 grados, en tanto que el Pinot Noir llega a alcanzar y superar levemente los 13 grados.

vinos de Mar del Plata
Ezequiel Ortego en el viñedo, su hábitat natural en la bodega.

«No son vinos que tengan mucho alcohol o con mucho cuerpo. Son más bien frescos, bastantes delicados, con una buena intensidad aromática y una acidez que refleja su frescura. Son vinos ideales para acompañar platos de pescados o mariscos, característicos de la gastronomía de Mar del Plata», destaca el enólogo Ezequiel Ortego.

En el mundo

Los vinos de Mar del Plata, además, comenzaron a llamar la atención de los principales críticos internacionales como el español Luis Gutiérrez (catador de Wine Advocate, para muchos la «biblia del vino»), el inglés Tim Atkin y el estadounidense James Suckling, además de publicaciones de Europa y Estados Unidos. Uno de los más destacados es el Albariño -el más elogiado y con excelentes puntajes-, pero también lo son el Chardonnay, el Sauvignon Blanc, el Pinot Noir y los espumantes.

No sólo eso, llegaron a Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Suecia, Noruega y Francia, donde, por ejemplo, forman parte de la carta del restaurante Mirazur -del chef argentino Mauro Colagreco-, con 3 Estrellas Michelin y elegido el mejor del mundo en 2019 por la lista The World’s 50 Best Restaurants.

Turismo

En 2015 la bodega Trapiche Chapadmalal abrió su centro de visitas, generando en la ciudad una nueva actividad: el enoturismo. Nada como recorrer los viñedos y terminar degustando vinos y espumantes, como sucede en Mendoza, Salta, San Juan, Francia, España, Italia, Estados Unidos o Portugal.

Vinos de Mar del Plata
Vista del edificio central de la bodega Trapiche Chapadmlalal.

Más vinos y proyectos

Los excelentes resultados del proyecto en Chapadmalal generaron el interés de otros productores y empresarios que pusieron sus ojos en la zona. Así por ejemplo, ya hay otro viñedo plantado en 2019 en un campo a 43 kilómetros del centro de Mar del Plata. Y hay un par más en estudio, frenados por la pandemia y la economía tan particular del país. También sirvió para potenciar otros proyectos en la región, como los de Balcarce y Tandil, e impulsar a pequeños productores a plantar vides y elaborar vinos -por ahora- para consumo propio en Otamendi y Villa Gesell. Y para poner a la provincia de Buenos Aires, definitivamente, en el mapa del vino argentino e internacional.

Lo que parecía impensado por muchos hace una década hoy es una realidad: Mar del Plata es tierra de vinos, y de los buenos. Salud.

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