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abril 16, 2024
Lo de Acá

El Indiecito: la historia de un comedor que hace historia en la ciudad

En el barrio Belgrano, desde hace 20 años, funciona uno de los primeros comedores de la ciudad. Allí se reúnen chicos y grandes de diferentes puntos de Mar del Plata que reciben comida y contención.

 Roberto Gutiérrez volvió una tarde de la escuelita de fútbol en la que era entrenador y le dijo a Mercedes, su mujer, “Los pibes tienen hambre, no pueden ni patear la pelota. Tenemos que ver cómo hacemos para darles de comer”. Así nació, hace 20 años, «El indiecito», un comedor en el barrio Belgrano que reparte entre 180 y 200 platos de comida diarios. 

Decididos a embarcarse en un proyecto que les cambiaría la vida para siempre, empezaron a darles la merienda. «La primera vez que llevamos milanesas –cuenta hoy Roberto- eran solo 20 pibes, y de repente  aparecieron 60.» Pese a que Mercedes falleció años atrás, Roberto mantiene el proyecto junto a sus hijos.

Gutiérrez es el motor de El Indiecito, pero Mercedes –“la salteña”, como la recuerda su marido- sigue siendo el corazón. Se le llenan los ojos de lágrimas al hablar de ella.

Actualmente, además de las viandas, entregan pan dos veces por semana y ropa usada. En «El Roperito», como lo llaman en el barrio, lo más importante son las zapatillas. «Todo lo que damos lo anotamos en una planilla así sabemos a quién le dimos y nos asegurarnos de que todos reciban algo», cuenta Roberto.

A diario, aunque esté lloviendo, familias enteras llegan a buscar su comida «caminando, en carro o a caballo». Lo hacen desde distintos barrios como El Regional o Las Américas. «Un hombre viene todos los días en bicicleta desde el barrio La Herradura porque le gusta cómo cocinamos nosotros», dice con orgullo.

Trabajo en familia

La familia Gutiérrez dedica mucho tiempo a mantener las instalaciones, elaborar los menús y servirlos. Roberto prepara las distintas comidas con Verónica, su hija, que se recibió de chef. Mientras que sus hijos, Sergio y Sebastián, se ocupan de la escuelita de fútbol, que contiene a chicos y adolescentes.

Hoy, “El Indiecito» dejó de ser solo un comedor para convertirse en un centro integral de asistencia al vecino en situación de vulnerabilidad. “Ojalá pudiera dar más, pero uno da lo que puede”.

Gracias a la ayuda de distintas personas logran mantenerlo en pie. La gente ayuda a Roberto porque lo conoce y sabe de su conducta.

Los Gutiérrez también se las rebuscan haciendo «changas». En el verano vendían bizcochitos en la playa. «Eran todo un éxito, la gente nos esperaba por las tardes para comprarnos», recuerda. 

Seguir adelante

Hace unos meses, Roberto perdió una pierna por la diabetes. Ni siquiera eso lo desanimó. Lo mandaron a la psicóloga, pero él contestó que no tenía tiempo porque tenía mucho trabajo en el comedor, que nunca cerró, ni siquiera cuando Roberto estuvo internado. 

El próximo sábado 21 de agosto, El indiecito va a festejar el día de la niñez. Habrá juegos para los chicos y están juntando juguetes para entregar.

Quienes quieran colaborar con el comedor, pueden contactarse al (0223) 155 183904 o concurrir a Arana y Goiri 11222.

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