El marplatense Lucio Ferrante, desde muy chico vinculado con el género a través del cine y la literatura, dialogó con Bacap sobre cómo fue gestionar la edición de la autobiografía del cineasta italiano Dario Argento y su repercusión.
Por Max Czajkowski
Desde muy pequeño Lucio Ferrante intercambiaba sus lecturas entre cuentos de Edgar Allan Poe y mitos griegos, donde había un montón de monstruos y guerreros. La fantasía, la oscuridad y el terror siempre le llamaron la atención, le generaban un cierto placer. Ese placer poco a poco se fue volviendo en algo constitutivo que, según él “formaron su identidad actual”. Para Lucio el cine llegó después. Primero empezó a escuchar sobre películas de terror. Recuerda que su hermano mayor hablaba de una película en la que había globos y cuando explotaban caía sangre. Era It de 1990 con Tim Curry encargando en el payaso asesino.
“Sobre El Exorcista me acuerdo que sabía que estaba mirando una película que te asustaba. Entonces me empezaron a dar ganas de ver ese tipo de películas. Así que fui yendo al videoclub de mi barrio con mis papás que me dejaban alquilar películas que tenían tapas horribles. Ahí se fue formando una especie de catálogo interno propio. Ese fue un poco mi acercamiento al cine”, manifiesta Lucio que tiempo después, el cine se convirtió en un modo de vida. En 2012, fundó junto con Esteban Prado y Sofia Bras Harriott la productora de cine Hamaca Films. Además, fue presentador y disertante dentro del MARFICI y técnico de sala en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Como todo fanático del terror a Lucio no se le podía escapar la filmografía de Dario Argento, uno de los directores más importantes para la historia del género. Pero al principio no sabía quién era dicho cineasta. Su primera experiencia con el director italiano fue Tramua (1993). «Había ido al videoclub de mi barrio y me había llamado mucho la atención que la caja de plástico. La alquilé por el color rojo de la caja, porque el resto era de plástico negro. No sabía quién era Argento. Sólo sabía que me impactaron visualmente la caja y la portada», expresa mientras con la mirada busca el recuerdo más pulcro. Luego, agrega con todo gracioso: «Fue un VHS que nunca devolví al video. Me pusieron como cliente indeseado durante un tiempo (risas), hasta que mi papá fue a hablar y se arregló todo. Me quedé con ese VHS que lo tengo todavía en mi casa, y me acuerdo de cómo me impactó ver Trauma de chiquito por todo: por la atmósfera rarísima. Había cabezas cortadas, había abortos, había asesinatos. había una investigación de quién los estaba matando, había espiritismo. Era como una especie de cóctel extraño donde sucedían muchas cosas».
El joven que se había formado con el cine y la literatura de terror, fue creciendo. Estudió letras y siempre estuvo vinculado en el mundo del séptimo arte. Él encaró la iniciativa para lograr la edición en español de Paura, autobiografía de Dario Argento, que vio la luz en 2021 mediante Letra Sudaca Ediciones. Según Lucio, fue azaroso su trabajo como editor de la obra de Argento. Pero también fue por una necesidad que lo carcomía. «Una de mis mejores amigas estaba de viaje en Italia en el 2020 antes de la pandemia y le dije que por favor intente conseguirme Paura, la autobiografía de Dario Argento, escrita por el mismo en primera persona. Venía estudiando italiano desde hacía algunos años y tenía muchas ganas de leer un libro en italiano y no seguir con los libros de texto que me he dado mis profesoras o escuchando esos audios horribles, que uno escucha cuando aprende un idioma. Después de haber pasado por varias librerías consiguió Paura. Entonces lo empecé a leer y me llamó mucho la atención que no es un libro que habla de Dario Argento. Es un libro que habla de muchísimas personas en su libro que habla de muchísimos años de historia del cine italiano. inclusive años en los que él era muy niño, es un libro con muchísimas reflexiones», subraya Ferrante. Después de terminar de leerlo, se hizo una pregunta: «¿Cómo el libro de uno de los directores más importantes de cine de terror no tenga traducción al español?. Un idioma que hablan muchísimos países del mundo». Ahí se encendió la chispa.
«El libro nace a partir de una necesidad personal que fue leer el libro en mi idioma. A partir de ahí empecé a tomarmelo muy en serio. Me puse en contacto con Santiago y Francisco que son los editores de Letra Sudaca, que es una editorial de Mar del Plata que a mí me gusta mucho cómo trabaja, les comenté el proyecto y estuvieron súper entusiasmados. De ahí me puse en contacto con Lorena Manzo que fue mi profesora de italiano en la universidad. Le comenté el proyecto, se interesó en el proyecto y fue una misión personal que tuve», relata con entusiasmo.
– ¿El diseño de tapa lo pensaste vos?
– A mí hay algo que me interesa mucho a la hora de consumir un libro, tanto como lector y en segundo lugar como editor, es el arte de etapa. Yo sí compro un libro por su portada y me parece que es muy importante el arte que lleve un libro. A mí me gustaba mucho el arte que tenía la banda Mueran Humanos que es la banda de los argentinos Carmen Burguess y Tomás Nochteff con residencia en Berlín. Nunca había hablado con ellos, pero me gustaba mucho el arte que tenían en todas las tapas de los discos que siempre hizo Carmen. Me puse en contacto con ella y le comenté el proyecto. Se interesó mucho y nos hizo un collage que se llama «La fiesta». Creo que tiene mucho que ver con la estética del cine de Argento es una mujer quemada y es un collage hecho de forma totalmente artesanal con papeles recortados y pegados con plasticola, cinta, vela derretida, cera; es un collage muy punk y creo que acompaña perfecto.
–Tuvo mucha repercusión cuando salió.
-La repercusión fue súper favorable. Muchísima gente que admiro pudo tener nueva copia del libro y la contrapartida hermosa que tuvo haber trabajado en los libros fue haber podido conocer a muchísimas personas que quiero hoy y que admiraba antes y que se iba admirando no sé, por ejemplo, haber conocido a a Desiré de Fes que es una de las críticas de cine más extraordinarias. Saber que el libro le llegó a gente que admiro como Gaspar Noé o Álex de la Iglesia, y lo tengan en su biblioteca, para mí es una locura.
– Después de esto, como si fuese el sueño del pibe, pudiste conocer a Dario Argento. ¿Cómo fue ese primer contacto?
-La primera vez que tuve en contacto directo con Dario fue previo a hacer la entrevista en el 2020 en medio de la pandemia y el fin del mundo. Mientras todos estábamos limpiándole la pata a los perros con lavandina y yendo a hacer compras con barbijos y a punto de enloquecer, me pongo en contacto a través siempre de su ayudante con Argento porque yo tenía el deseo de que el libro esté acompañado con una entrevista y tenía muchas ganas de conversar con él. No necesariamente de sus películas porque creo que contó todo de sus películas en una infinidad de entrevistas. En su libro me interesaba mucho hablar con él de literatura, del proceso creativo, de él como artista a la hora de escribir, a la hora de dirigir una película o escribir un guion. Pero también me interesaba hablar de él como espectador de lo que le sucede a él cuando contempla una pintura en un museo o cuál es su vínculo con los sueños que creo que tiene mucha incidencia en su cine. Hicimos una videollamada vía Whatsapp. La noche anterior no había dormido por la entrevista. Hablamos en italiano y yo estaba muy nervioso y me acuerdo de que la entrevista empieza con conmigo diciéndole «perdón por mi italiano del Tercer Mundo». Argento se queda un segundito en silencio y se empieza a reír y ahí fue como que se rompió el hielo y fluyó todo hacia adelante. Y el año pasado en octubre tuve la oportunidad de presentar junto con él ambos libros en el marco del Festival de Cine de Sitges que fue una experiencia muy extraordinaria. Lo presentamos junto con Ángel Sala, el director del festival y fue un ping pong de preguntas entre Ángel y yo con Darío presente. Él estaba muy emocionado de todo lo que estaba pasando, el festival lo premió por su trayectoria. Le puede dar un abrazo. Fue una gran alegría para mí.
– Ese reconocimiento llegó por suerte, pero un poco tarde, ¿no?
– Dario se queja un poco en el libro con cierta ironía de lo maltratado que fue por el público y, sobre todo, por los productores. Pero también por los censores que es algo a lo que hoy nos cuesta como espectadores dimensionar. Fue difícil para él siendo un director de terror en los años 70 trabajar frente a un conservadurismo mucho más fuerte y en un circuito mucho más pequeño de distribución y proyección. El tema de la censura pisaba mucho más fuerte. De hecho, la película Censor (2021) que es extraordinaria, habla de ese tema y las películas eran recortadas a lo loco. Ni hablar en Argentina lo que sucedía con la última Dictadura Cívico Militar era un gran tema. Me imagino que para un director, con el esfuerzo que conlleva hacer una película, ver que le sacan capaz 20 minutos y la alteran el orden, es una locura. Eso fue siempre algo que Argento sufrió mucho. Hoy se valora en un punto porque le dio una especie de relevancia como director de culto.
– Si hablamos de Argento no podemos no hablar de Suspiria, su obra maestra.
– Es de las mejores películas de terror de la historia. Está, obviamente, entre mi top de películas favoritas de la vida y de terror. Me parece que es junto con Rojo Profundo (1975), la obra capital del cine de Dario. Me parece que marca un antes y un después, no sólo en su cine sino en la historia del cine de terror europeo. Es una película que recupera muchísimos tópicos del cine gótico y los puede abordar en medio de una academia de baile con muchísima licencia y con brujas y con asesinatos y con unos colores que son imposibles de filmar hoy. Ese cine está muy ligado la cuestión artesanal del cine que es algo que no hablamos y creo que está muy presente en sus pelis. El trabajo de los artesanos para construir sets imposibles con unos movimientos de cámara totalmente extraños que llevan todo a una licencia narrativa que es impresionante. Hoy Suspiria es una película que no envejece y eso es algo muy difícil de conseguir. Estos directores que estamos hablando, como La Cosa (1992) de John Carpenter, por ejemplo. Suspiria no envejece por más que te des cuenta que el murciélago tiene hilos. Está todo llevado a un nivel de teatralidad donde si lográs entrar en ese código, lo disfrutás muchísimo.
– ¿Hoy se perdió esa teatralidad?
-No. Creo que sí se puede lograr esa artesanía hoy. Solo por dar un ejemplo, para mí es hoy el más importante, el caso de David Robert Mitchell, el director de The Myth of the American Sleepover (2010) y Under The Silver Lake (2018). Un director que confía en la puesta en escena a la hora de contar una historia y de construir una película creo que el caso de Mitchell es paradójico, porque el tipo es un freak total. Sus películas son como una OVNI que aterriza sobre el cine mainstream y confía totalmente en el poder que él tiene. Arma sets totalmente extraños y, a partir de ahí, contar una historia que es alucinante. Creo que Under The Silver Lake es una de las películas más importantes de los últimos años y que no se la valora como merece.
– Siempre se lo consideró un género menor al terror, ¿creés que en los últimos años se lo valoró más?
– Totalmente de acuerdo. Hay gente que logró entender que el género puede, además de contar una historia de miedo, tocar en lo que Stephen King llama los puntos de presión fóbica de una sociedad. Entonces, el terror es una forma de abordar miedos sociales muy particulares de cada época y es muy permeable a eso. Creo que es lo que Mariana Enriquez entendió y lo llevó de forma muy magistral a la literatura. Y es algo que ahora ya se revaloriza el famoso “terror elevado”. Esa categoría, creo que los que somos fanáticos del género, la miramos con cierto desdén.
– Cuando hablamos de ese “terror elevado”, ¿a quién le echamos la culpa de instaurarlo? ¿ A los espectadores o críticos?
– La verdad que no tengo una respuesta muy formada. Es como decirte el huevo o la gallina. Creo que como todo, la culpa se va dando de forma conjunta. No sé si hoy los críticos tienen un peso de relevancia tan importante, pero sí es cierto que hoy de alguna manera la temperatura se mide con las redes sociales. Me parece que hoy el terror es algo que ya saltó la esfera del cine y se impregnó directamente en las redes sociales. Hay películas que directamente son muy experimentales y dialogan con el código de internet. Entonces me parece que el hecho de que el terror hoy sea un género mucho más apreciado en esferas mucho más altas de la sociedad, tiene que ver un poco con determinados canales de difusión que se abrieron.
-Esta forma de consumir terror hoy en día es muy diferente que antes, había más críticas negativas. ¿Creés que los directores que hoy son criticados mañana serán alabados?
-Completamente de acuerdo, sí. Hoy con esta nueva mirada que tenemos de alguna manera nos limpiamos los vidrios de los ojos, podemos ver películas de los 70, 80 o inclusive 90 que tocan temáticas sociales, que antes no las veíamos así. No sé cuánto tiempo pasó hasta que la gente entendió que Carrie (1976), además de ser una chica con poderes psíquicos es una película que habla de un puritanismo religioso muy violento y habla del bullying cuando no se llamaba bullying. Entonces sí está bien, en el medio hay una chica con poderes psíquicos, pero también hay una masacre escolar que es como el pan de cada día de Estados Unidos. Entonces me parece que la revalorización del terror que se da en directores contemporáneos, alcanza, a tocar lo que había sucedido muchísimo tiempo atrás.
Y volviendo a lo que me preguntaste, el cine de Ari Aster en unos años va a tener otra lectura. O sea, es un tipo completamente adelantado. Dentro de unos años va a ser totalmente aceptado y creo que hoy las críticas son muy amables. Son directores que ya entraron en un tipo de circuito que está aceptado de forma social y fue un poco el circuito que se abrió con Get Out (2017) y con La Bruja (2015). Hay un circuito de directores que los admiro mucho y son películas extraordinarias.
-Titane de Julia Ducournau que ganó la Palma de Oro en Cannes…
-Sí, Titane es una película alucinante y tiene mucho que ver con el cine que a mí me gusta. Titane es un cine que altera una narración estándar para entrar a tocar otro campo. Son directores que eligen tocar temas de trabajo con el género fantástico; entendiendo que el fantástico no es solo una matriz que se da a nivel narrativo sino a nivel de cómo está construida la historia. Es básicamente lo que hace David Lynch o lo que hacían los directores de vanguardia en la época de los 70s. Alteraban una narración para, de alguna manera, generar un terremoto en la cabeza del espectador.
-Si hablamos de terror, hay que hablar del miedo. ¿Es lo único que podemos encontrar en una película de género?
-Entendido en sus múltiples variables, creo que es difícil generar miedo. Va a variar mucho de un espectador muy particular que esté dispuesto a asustarse y las situaciones para consumir una película hoy. ¿Qué quiero decir con esto? Hoy por lo general uno ve una película en su casa mientras mira Instagram o lee Twitter. A mí me pasa como espectador y me da vergüenza que no pueda ver una película entera sin mirar el teléfono. Entonces, salís un poco de la idea de estar absorbido por la película. Por eso me gusta ir al cine y ver una película del cine. En el cine no miro el celular, es casi una obligación de solo estar dos horas o lo que dure la película frente a la pantalla y ni hablar. O mirar una película de apartes porque tenés que irte a dormir porque al otro día trabajás. las condiciones para que hoy una película te asuste son un poco más difíciles que en los 70s, cuando solo la podías consumir en una sala. De todas maneras, me parece que podés disfrutar de una película de terror, aunque puedas dormir a la noche. El hecho de que no te quite el sueño, no significa que no disfrutes de la trama.
“Los libros y las películas te pueden salvar la vida”
Luego de editar al español Paura, Lucio Ferrante y la editorial presentaron «Horror, historias de sangre, espíritus y secretos», un libro de cuentos del cineasta italiano ícono del terror. «Son seis relatos que Argento tenía escritos como ideas para películas hasta que se dio cuenta de que no iban a funcionar como películas y decidió escribirlos por primera vez a sus casi 80 años, así que a haber podido participar junto con un montón de personas porque siempre remarcó que creo y defiendo mucho el trabajo en equipo, no como un eslogan vacío, sino como algo real donde cada uno cumplió una función específica», sostiene el editor que hoy trabaja en la librería y editorial marplatense El Gran Pez, fundada por editores y escritores de la ciudad, que hoy cuenta con un nuevo espacio ubicado en Santiago del Estero 2052.
– ¿Cómo es trabajar en El Gran Pez?
– Estoy muy contento de trabajar acá. Es una especie de monstruo de muchos tentáculos, donde hay muchas cabezas involucradas y todo funciona para bien. Digo que es un monstruo de muchos tentáculos, porque no solo es una librería, también es una editorial y un medio de gestión cultural. Organizó la segunda edición de la Feria de Invierno con invitados de lujo. Como editorial abrió el concurso «La novela del verano» para publicar ahora. De hecho, los jurados ya tienen la preselección de novelas para elegir a la ganadora del concurso. Estoy muy contento de estar acá. Estoy muy contento del lugar nuevo que se logró establecer. Este chalet extraño y antiguo que debe estar lleno de fantasmas (risas). Próximamente va a hacer también un centro cultural con talleres con exhibiciones, con galería, con muestras. Probablemente con recitales y DJ sets y obviamente con librería.
– ¿Son tiempos difíciles para trabajar en una librería? Por lo que salen hoy en día los libros y porque parece que lamentablemente se lee cada vez menos.
– Hay personas que no son público porque no tienen a los libros como primera necesidad. En una situación de emergencia social como la que vivimos, obviamente un libro no es un objeto de primera necesidad. Sin embargo, hay público. Nos damos cuenta de que el público de El Gran Pez es un público que valora mucho que exista una librería como ésta. Con curaduría de autor y encuentra libros que no va a encontrar en otra librería. De alguna manera me di cuenta de que hay una cierta valoración al Gran Pez como espacio cultural. Es una especie de utopía que de alguna manera estamos logrando sostener con mis amigos y ojalá que la podamos sostener para siempre.
– Además de haber trabajado como editor, ¿vamos a ver tu faceta de escritor algún día?
– Estoy, desde hace muchos años y de forma totalmente interrumpida, con un libro. No es algo que lo esté haciendo de forma consciente en algún punto. Es un libro con conversaciones de directores que tiene que ver con la idea del cine como arte subversivo, una idea que obviamente no es mía, pero si es una idea que me interesa. Es una idea que viene desde el cine de las vanguardias y básicamente tiene que ver con directores que alteran el lenguaje cinematográfico para generar en el espectador un cierto estado alterado de la conciencia. Eso es algo que a mí me interesa mucho y cada vez que puedo entrevistar algún director que me dé cuenta que gira en esa sintonía lo hago entrevista. Pero es un libro que no tiene ningún tipo de presión por existir y tampoco tiene ningún tipo de fecha de terminación. Porque hoy no me encuentro como escritor, me encuentro un poco más ligado al mundo del periodismo, aunque tampoco me veo muy ligado al mundo del periodismo. En vez de ingresarme en escribir ficción me interesa escribir no ficción, un género que me gusta mucho leer. Me interesa escribir crónicas. Me interesa escribir sobre encuentros que tengo con personas. Ideas extraordinarias, tanto directores como músicos, como artistas en términos generales. Me interesa mucho el género de la entrevista. Sí me veo como medio de difusión de ideas, pero hoy por lo menos no me veo como escritor.
– Si tuvieras que llevar un libro a una isla desierta, ¿cuál sería? ¿algún libro favorito?
– Si me tengo que llevar un libro a una isla desierta me llevaría algún libro de esos que te obligan a abandonar el tiempo de la realidad, solo para concentrarte en el tiempo de la lectura. Me llevaría libros que jamás leí y que siempre desee leer, por ejemplo 2666 de Roberto Bolaño. Ahora que lo pienso, no existe un libro favorito, pero me animo a decir que uno de los libros que más me impactó de chico y al que hace años que no vuelvo, pero tengo muchas ganas de volver es Bartleby, el escribiente de Hernán Melville. Fue un libro que leí muy chico en una edición toda rota que estaba en mi casa y lo leí por mucho tiempo antes de saber que mi vida iba a estar atravesada por la literatura. Fue un libro totalmente extraño que me perturbó mucho de leer. Sentí que de alguna manera generó una especie de movimiento extraño en mí como persona. Hoy me doy cuenta que le pasa mucho a la gente, que tiene una cierta sensibilidad con la literatura. Los libros que valen la pena son los que te generan un desplazamiento a vos como persona. Hay un documental de Bob Dylan en el que él dice una frase que a mí siempre me gustó mucho que «una canción puede salvar la vida». Yo creo que una canción te puede salvar la vida y creo que un libro te puede salvar la vida y una película también. Eso es algo que me doy cuenta, no me pasa a mí solo, sino que le pasa a muchísima gente.