Más del 70% ocupa puestos de dirección. Economía y Hacienda, Seguridad y Cultura no tienen mujeres en los altos rangos. ¿Qué implica para el ejercicio del poder la inclusión de mujeres?
Por Julia Van Gool
El 11 de diciembre pasado, a 24 horas de asumir la gestión, el intendente Guillermo Montenegro presentó en la Villa Victoria Ocampo a parte de su gabinete municipal.
La foto protocolar, que se tomó en la entrada de la que fue la casa de verano de la escritora argentina, reflejó una realidad presente en todos los gobiernos municipales desde vuelta la democracia: los cargos jerárquicos son mayoritariamente ocupados por hombres.
Ubicadas a cada lado del jefe comunal, las únicas dos mujeres de los nueve funcionarios presentados sonreían ante las cámaras. Detrás de ellas, hacían lo mismo los restantes siete varones. La disparidad se hacía foto.
Eliminar la brecha de género en la función pública es uno de los reclamos más fervientes del movimiento feminista a lo largo y ancho del mundo, así como también uno de los objetivos para un desarrollo sostenible, según lo establece la ONU.
Si bien la implementación de cupos femeninos en las listas electorales ayudó a aumentar la participación de las mujeres en puestos de representación (las parlamentarias en el mundo pasaron de representar el 11,3% en 1995 a 24,3% en 2019), lejos se está de alcanzar una paridad, en especial en los altos rangos del Poder Ejecutivo.
En Argentina, los cargos ministeriales sólo reflejan un 22% de mujeres -lo mismo ocurre a en el municipio-, aunque la desigualdad comienza a achicarse a medida que se baja en las categorías escalafonarias, llegando a un 50% en los cargos de dirección política, según lo refleja un informe de la Secretaría de Gestión y Empleo Público de la Nación.
Pero, ¿qué pasa a nivel local? Según el organigrama municipal actual, de los 99 puestos del escalafón municipal (repartidos entre la intendencia, secretarías, subsecretarías y direcciones), sólo 29 de ellos son ocupados por mujeres.
De dichos cargos, la amplia mayoría, un 76% (22), son direcciones, es decir, los rangos más bajos en el escalafón de tomas de decisiones. En cuanto a los puestos más altos, además de las dos titulares de área ya mencionadas, hay cinco subsecretarías (en Comunicación, Modernización, Inspección General, Derechos Humanos y Salud y Protección Sanitaria).
Otro dato que surge de analizar la conformación del gabinete municipal, es que las carteras que son dirigidas por mujeres son justamente las únicas que tienen una composición femenina que supera el 50%.
En orden de mayor a menor, se posiciona en primer lugar la secretaría de Salud, con un 75% de participación; la sigue Desarrollo Social con un 53% y en tercer lugar queda Educación con un 44%. Completan el esquema las áreas de Producción (33%), Gobierno (21%) y Obras y Planeamiento Urbano (20%).
La disparidad de género se torna una variable imposible de medir en algunas áreas porque directamente no hay mujeres en puestos de decisión política. Este es el caso de las Secretarías de Economía y Hacienda, de Seguridad y de Cultura. De los 16 cargos jerárquicos que conforman a cada una de estas dependencias, ninguno es ocupado por una mujer.
Esta situación de desigualdad tiene un correlato con lo que ocurre a nivel internacional y nacional.
Según cifras de la ONU, a principios de 2019 solo el 20,7% de los cargos ministeriales en el mundo estaban ocupados por mujeres y las cinco carteras más comunes que ocupaban eran asuntos sociales, como “familia, infancia, juventud, mayores, discapacidad”, entre otras.
Al analizar la situación local esto queda claramente reflejado. Las únicas dos áreas en las que hay mayoría de mujeres son Desarrollo Social y Salud, dos dependencias que abordan conceptos que, en líneas generales, están asociados a las tareas de “cuidado” hacia el otro. Aquellas otras más fuertes, como la administración financiera o el control policial, tienen nula participación en los altos rangos.
Techo de cristal
La desigualdad que existe en el acceso a cargos jerárquicos por parte de las mujeres,tanto en el ámbito público como privado, intenta ser explicado en la metáfora del “techo de cristal”, este bloqueo invisibilizado que sistemáticamente deja afuera a las mujeres de los espacios de poder y por ende, de los puestos mejores remunerados.
Esta situación, sumado al estudio de las “escaleras rotas” -las interrupciones en las trayectorias laborales de las mujeres, por ejemplo: la maternidad-, fue medido a principios de año por la Secretaría de Gestión y Empleo Público, a cargo de la socióloga e investigadora del Conicet, Ana Castellani.
En el informe (al cual podés acceder aquí) se observa que en los puestos de trabajo de quienes no ejercen cargos políticos ni de conducción en el Estado la paridad es de 50/50 entre mujeres y varones. Pero, a medida que se asciende en la escala jerárquica se empieza a percibir un freno a las mujeres en cargos de decisión.
En la alta dirección pública, por caso, la relación ya es de 44% mujeres y 55% varones, al tiempo que en las autoridades superiores la distancia es de 22% mujeres y 78% varones.
El trabajo analiza algunas de las razones para que esto suceda, entre las que destaca: el sesgo de género al convocar a los equipos de gestión superior (como los cargos más altos se ocupan mayoritariamente con varones se verifica un reclutamiento sesgado); las expectativas sociales depositadas en las mujeres sobre la administración y balance del tiempo dedicado al mundo público y al privado; y las formas masculinizadas del ejercicio del rol derivado de los cargos.
“Como las posiciones se ocuparon tradicionalmente por varones, el ejercicio del rol que se desprende de esas posiciones está muy asociado a atributos socialmente percibidos como masculinos”, explicó Castellani.
Es 11 de diciembre y el calor del mediodía anticipa el verano. El nuevo gobierno municipal ya fue formalmente presentado ante los medios de comunicación y, por medio de ellos, a la sociedad de General Pueyrredon. Para el cierre de la ceremonia, el intendente se posiciona junto a sus siete secretarios y dos secretarías en las escaleras de la casa de verano de Victoria Ocampo, la escritora argentina que también una vez dijo: «Lo que los hombres, fuera de una minoría que bendigo, no parecen comprender es que no nos interesa en absoluto ocupar su puesto, sino ocupar por entero el nuestro»