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abril 27, 2024
Lo de Allá

Empezaron a picar

En distintos barrios porteños ya se registró actividad del mosquito Aedes aegypti, el insecto que transmite dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla.

 

 

Por Gabriel Stekolschik

“Hace algunas semanas atrás tuvimos el primer registro de huevos”, cuenta Sylvia Fischer, investigadora del CONICET y directora del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Desde hace muchos años, por un convenio de asistencia técnica suscripto con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el GEM monitorea la actividad del mosquito Aedes aegypti, el insecto que transmite dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla.

A partir del mes de setiembre y hasta julio del año siguiente, todas las semanas, un equipo conformado por estudiantes y graduados recorre completamente la metrópoli porteña para revisar 220 trampas, ubicadas a razón de una por kilómetro cuadrado. Son frascos con agua y un bajalenguas en su interior. Los llaman “sensores de oviposición” o, también, “ovitrampas” porque, justamente, “invitan” a las hembras del mosquito a depositar sus huevos allí.

“El hallazgo se hizo en un sensor situado en el oeste de la ciudad”, dice Fischer con cautela, eligiendo las palabras, para respetar la confidencialidad que le exige el convenio: no puede dar nombres de calles, ni de barrios, ni de sitios reconocibles. “Y en las dos semanas siguientes tuvimos nuevos registros de huevos, pero en el lado este de la ciudad, en puntos muy distantes del primer lugar”, agrega, y concluye: “O sea, no es que el mosquito arrancó por un sector y de ahí se fue dispersando a los barrios de al lado, sino que estamos teniendo actividad del mosquito en varios puntos de la ciudad al mismo tiempo”.

Según la investigadora, esto es una prueba inequívoca de que los mosquitos que están comenzando su temporada reproductiva por estos días no vienen de otro lado, sino que provienen de huevos que pasaron el invierno en estado de latencia en esos barrios y que, cuando empieza a haber condiciones ambientales adecuadas –un poco de agua en el recipiente donde están los huevos y temperatura suficiente- estos huevos eclosionan, nacen las larvas y de ahí salen volando los adultos.

“Tiene sentido que empiecen por el lado oeste respecto del este, porque el este es más fresco. En un trabajo que hicimos hace unos años, nosotros vimos que hay, en promedio, más de un grado de diferencia térmica entre un punto del oeste de la ciudad y la zona más cercana al río”.

Mosquitos con historia

Desde 1998, año en el que se inició el convenio con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el equipo del GEM recorre más de 200 kilómetros cada semana para recolectar las 220 ovitrampas y reemplazarlas por otras nuevas. Después, en el laboratorio, revisan los bajalenguas para ver si hay huevos depositados y el agua de los frascos para ver si hay larvas nadando.

De esta manera, construyeron una base de datos histórica que contiene las semanas en que los sensores tenían huevos (“semanas positivas”) en cada sitio en estudio y para cada año.

“Con eso tenemos un mapa semanal de la distribución de Aedes aegypti, y podemos armar una dinámica temporal a lo largo de la temporada reproductiva, desde que se inicia hasta que se termina. Y eso lo tenemos para unos cuantos años”, explica Fischer.

Los registros muestran que el inicio de la temporada reproductiva no ha variado demasiado en los últimos años: “La fecha del primer registro de huevos en las ovitrampas se mantuvo bastante constante a lo largo de los años. Suele ocurrir en la segunda semana de octubre”, revela Fischer.

Pero lo que sí está cambiando es la velocidad con la que aumentan los registros positivos: “Hace veinte o veinticinco años atrás, se empezaba a tener una distribución bastante amplia del mosquito en la ciudad a partir de mediados de enero o, incluso, principios de febrero. Ahora, tenemos esa situación a partir de mediados o fines de diciembre”, informa.

También está cambiando el momento en el que el mosquito termina su temporada reproductiva: “Antes cortábamos el monitoreo a mediados de junio y ahora, a veces, estamos cortando a mediados de julio”.

Las variaciones en las condiciones meteorológicas debidas al cambio climático estarían produciendo este efecto: “Estos veranos más cálidos, más largos, que estamos teniendo están haciendo que las poblaciones de mosquitos crezcan más rápido. De hecho, con respecto a cuando empezamos el monitoreo hace 25 años, ahora el Aedes está haciendo más ciclos gonadotróficos a lo largo del año (NdR: un ciclo gonadotrófico transcurre desde que una hembra pone huevos hasta la siguiente vez que pone huevos). Entonces, hay más favorabilidad térmica y, probablemente, hay más cantidad de huevos”.

Que la temporada reproductiva del Aedes aegypti se esté extendiendo tiene consecuencias. Por ejemplo, aumenta la ventana de tiempo en la que hay riesgo de transmisión de dengue.

“Durante más tiempo del año tenemos abundancias de mosquitos lo suficientemente altas como para que haya transmisión. Y eso se ve reflejado en el aumento de casos que hay cada vez que se produce una epidemia de dengue. O sea, no todos los años hay epidemia de dengue, porque eso depende de los casos importados que llegan, pero cuando hay, cada una de las últimas epidemias fue mayor que la anterior. O sea, la del 2016 fue mayor que la del 2009, la del 2020 fue mayor que la del 2016 y la del 2023 fue mayor que la del 2020. Y eso tiene que ver con que hay más mosquitos y con que están distribuidos en más lugares de la ciudad por más tiempo”, señala.

Para poner huevos, la hembra de Aedes aegypti necesita alimentarse con sangre. Si ya se detectaron huevos en las ovitrampas, es porque ya están picando.

Todavía estamos a tiempo de prevenir

Según los especialistas, la fumigación de los parques y veredas durante el verano no resuelve el problema del dengue. Porque el insecticida no mata los huevos del Aedes aegypti y porque el mosquito está en las viviendas. La medida más importante para la prevención del dengue es la eliminación de todos los criaderos de mosquitos, es decir, de todos los recipientes que contienen agua tanto en el interior de las casas como en sus alrededores.

En este sentido, el Ministerio de Salud de la Nación aconseja:

– Eliminar todos los recipientes en desuso que puedan acumular agua (como latas, botellas, neumáticos).

– Dar vuelta los objetos que se encuentran en el exterior y pueden acumular agua cuando llueve (baldes, palanganas, tambores, botellas).

– Cambiar el agua de bebederos de animales, colectores de desagües de aire acondicionado o lluvia, dentro y fuera de la casa, cada tres días.

– Rellenar los floreros y portamacetas con arena húmeda.

– Mantener los patios y jardines limpios, ordenados y desmalezados.

– Limpiar canaletas y desagües de lluvia de los techos.

– Tapar los tanques y recipientes que se usan para recolectar agua.

– Verter agua hirviendo en las rejillas y colocarles tela mosquitera.

 

Fuente: NeXciencia.

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